jueves, 6 de marzo de 2014

Rupturas, duelos y superaciones IV.

"Llevamos a cuestas un concepto anticuado, retrogrado, disfuncional y completamente distorsionado de lo que implica un proceso de duelo, ¡encima de que precisamente nos toca hacer duelo de nuestros conceptos anticuados, retrógrados, disfuncionales y completamente distorsionados de lo que es el amor y las relaciones! Es hora de desaprender y reaprender, el ciclo eterno..."

lunes, 3 de marzo de 2014

Rupturas, duelos y superaciones III.

"Pero el duelo por una ruptura no es vestirse de negro, llevar un luto perpetuo, ni pedir ser enterrado en vida junto a los restos de lo que fue, pudo haber sido y ya no será de la relación. Como indica la sabiduría oriental, toda crisis significa una oportunidad. En el caso del duelo por una ruptura, la oportunidad de reinventarnos y reconocernos, porque a menudo inyectamos tanto de nuestra identidad en nuestra..."

jueves, 27 de febrero de 2014

Rupturas, duelos y superaciones II.

Seguir hacia adelante después de una ruptura es tema difícil, ¡y es que nadie ha dicho que fuera fácil! Cuando la otra persona se bajó del carro de la relación, nos invaden sentimientos encontrados, queremos hacer de todo menos seguir camino: echarnos al costado de la carretera (o tirarnos por un barranco) a llorar o esperar que venga la grúa o alguien a rescatarnos, dar la vuelta y volver atrás por donde vinimos (la decisión más instintiva y casi siempre la peor, al menos en el momento) o bajarnos del carro y entrarle a patadas mientras gritamos como lunáticos poseídos “¡¿Por qué, por queeeé!?” Una parte de nosotros quiere hablar del tema mientras que otra parte no tolera que el mismo se nos mencione (ni la relación ni el/la susodicho/a). Una parte nuestra quiere recordar (o se rehúsa a olvidar) y otra parte nuestra no quisiera acordarse de nada. 




Celebrar los buenos recuerdos, sin perder de perspectiva los no tan buenos…

Hay que tener presente que esto que nos duele mucho hoy, en el futuro será recuerdo, aprendizaje y experiencia, y tras elaborarlo y procesarlo, es decir, recordar lo bueno junto con lo malo, nos permitirá poner la relación en perspectiva y facilitara hacer los cierres necesarios para seguir adelante con nuestras vidas. Es más, a pesar de todo lo malo, es normal que aun así sintamos ganas de saber, ver y estar con aquella persona que ya no está. Y si empezamos a recordar todo lo bueno, se amplifica el efecto (porque nuestra “memoria selectiva” se “olvida” contarnos la otra parte del cuento que también cuenta). Aquí entra la histeria, la desesperación y el maldito apego, una combinación que nos hace tomar decisiones con la mente en caliente, y una mente en caliente casi nunca toma buenas decisiones.

Por el momento, aprender a distraerse (¡sanamente!) de estos instantes (que a veces parecen interminables), dejar que nos visiten por un rato, un ratito, unos minutos, y recordar que tenemos una tarea más importante que hacer ahora mismo: elaborar nuestro duelo, atender a nuestros sentimientos, volcarnos al auto-cuidado y poner el egoísmo a tope, si señores, porque ahora mismo la persona más importante somos nosotros, nadie más. Ya habrá tiempo de sentarse con el libro o álbum de los recuerdos y poner lo bueno con lo malo y sacar nuestro saldo final, pero eso se hace un poco más adelante. Créanme, siempre es positivo, tan solo con la experiencia y el aprendizaje. 

Los fantasmas de los buenos recuerdos que fueron, los que ya no son y los que nunca serán disfrutan visitándonos en los primeros meses de nuestro duelo y provocan mucha angustia, sobre todo en las primeras semanas, cuando el duelo es una experiencia nueva. Significa que hubieron cosas buenas en la relación, claro, pero hay que integrar lo bueno con lo malo, o lo no tan bueno, sino, si nuestra relación fuera un disco de vinil, sería uno del cual solo oímos un lado (sea el bueno o el malo) y nos perdemos la belleza de oír el disco completo, la historia entera, tal cual fue y tal cual se vivió, con lo bueno y lo malo. Después de todo, esa mezcla de momentos felices y tristes a menudo hace los mejores discos. - Izzy

Fragmentos extraídos del articulo “Dos and Don'ts for Getting Over a Breakup” por Julie Hanks http://relationships.answers.com/breakups/dos-and-donts-for-getting-over-a-breakup

sábado, 22 de febrero de 2014

Rupturas, duelos y superaciones.

Ufff, las rupturas, ¡qué tema! Cuando una relación llega a su fin, los terapeutas siempre recordamos a nuestros consultantes que el fin de la relación no implica el fin de sus vidas, ¡pero vaya que se siente como si lo fuera!, ¿no es cierto? Bueno, al menos durante ese proceso tan sabio, natural y necesario como lo es el duelo, una oportunidad (cuando se hace bien y con la adecuada supervisión y acompañamiento terapéutico) de hacer las paces, cerrar capítulos, dar significado a lo que fue, hacer las paces con lo que no fue y pudo haber sido y darnos una oportunidad de conocernos y reconocernos en soledad y volver a abrir las puertas a la llegada de alguien nuevo.

Ya sabemos que las rupturas duelen, ¿y el duelo? También, pero todo aquel que ya ha hecho su duelo sabe que al final, se sale ganando, en experiencia, aprendizaje y crecimiento, y hay cosas que podemos hacer para facilitar este proceso y sentirnos mejor con nuestro duelo, nuestra relación que fue y ya no es y con nosotros mismos…




Darse tiempo para procesar el duelo.

En esta sociedad moderna en la que todo se mueve tan rápido, nunca hay tiempo para nada, hay que correr constantemente contra el reloj (el biológico, el de la vida, el de las expectativas propias y ajenas y tantos otros) y está prácticamente prohibido mostrar las verdaderas emociones, exhibir el dolor, ser débil y vulnerable y ¡llorar lo que hay que llorar por el tiempo que deba llorarse!, parece que ni nos dan chance, oportunidad ni permiso de hacer un duelo apropiado.

Si algo he aprendido acerca de mis propios procesos, es que al duelo hay que darle tiempo. No es tan fácil para todos, tengo un par de amigos cercanos a quienes les ha tocado vivir sus propias rupturas en el 2013 y me hicieron la misma pregunta, la pregunta obligada: “¿Cuánto tiempo dura el duelo?” 

Bueno, de 6 meses a un año, por lo menos, con posibilidades a un segundo año si hace falta.” Créanme que no les gustó la idea de esperar uno o dos años, pero es que no se trata de esperar, hacer el duelo no implica aislarse, dejar de existir ni hibernar emocionalmente por 1-2 años, al contrario, ¡hay tanto para hacer, redescubrir, reaprender y desaprender!

¿Y si después de esos 6 meses o ese primer año todavía duele? Significa que todavía falta camino por recorrer, y aquí es donde muchos meten la pata al pensar si no lograron superar el duelo en 6 meses o un año, hay algo de malo en ellos, ¡cada quien a su tiempo! No hay peor error que dar por terminado un duelo antes de tiempo. A veces el primer año de duelo es solamente la preparación para el segundo. Paciencia, ánimo y fuerza.

El proceso de duelo implica permitirse sentirlo todo, tristeza, negación, enojo, paz, y sobrevivir el proceso, ¡pero también implica darse permiso de sonreír, reírse, disfrutar, disfrutarse y disfrutar a quienes tenemos a nuestro alrededor en ese momento! ¡Ojo, todo esto SIN APRESURARNOS a saltar de una vez en otra relación, sea de la naturaleza que fuese!

Meterse de lleno en una relación nueva sin haber resuelto o procesado la anterior implica el riesgo de compartir un espacio emocional con muchos “fantasmas del pasado, de lo que fue, pudo haber sido y no será”, proyectar a la relación y a la “nueva” persona cosas que no le corresponden y que quedaron de la relación anterior, volver a tropezarse con la misma piedra (con cara nueva) y al final, terminar haciéndose daño a uno mismo y a un tercero que definitivamente no lo merecía. ¡A hacerse responsables de las emociones e historias propias para no proyectarlas a los demás! - Izzy

Fragmentos extraídos del artículo “Dos and Don'ts for Getting Over a Breakup” por Julie Hanks. 

martes, 18 de febrero de 2014

¿Facebook sabe cuando te estás enamorando?

Los cambios de “situación sentimental” en Facebook son motivo de alegría y tristeza, risa y llanto, amor y odio, y como las redes sociales parecen enredarnos más y más cada día, no es de extrañar que Facebook sepa hacia dónde va tu vida sentimental antes que tu…

La gente de Facebook Data Science exploró las interacciones de las parejas en Facebook antes y después de hacer “oficial” su relación sentimental por medio de Facebook y obtuvieron datos muy interesantes.

Las relaciones empiezan con un periodo de cortejo en el cual se intercambian mensajes, se visitan perfiles y se comparten publicaciones en los muros de cada quien.

100 días antes de que la relación empiece (o al menos, antes de que se haga “oficial” en Facebook) se observa un lento pero constante incremento de publicaciones compartidas entre la futura pareja. Estas comienzan a disminuir desde el momento en que la relación ya es “Facebook oficial”.

Presumiblemente, esta disminución se traduce en la pareja pasando más tiempo fuera de las redes sociales y bien podría ser así. Conozco varias personas que solían ser muy activas en las redes sociales hasta que abandonaron la soltería y cada vez se les ve publicando o tuiteando menos, nuestra versión moderna de “¡Ya consiguió pareja y se olvidó de las amistades!”




Mientras que las interacciones bajan en cantidad, lo publicado aumenta su contenido de dulzura y positivismo (al menos de la mejor manera en que Facebook Data Science pudo medirlo). Para cada interacción, se tomó en cuenta la proporción de palabras expresando emociones positivas (amor, bonito, feliz, etc.) menos la proporción de palabras expresando emociones negativos (odio, malo, dolor, etc.). La proporción de emociones positivas expresadas en línea se incrementa al hacerse oficial la relación (Facebook oficial, al menos :P).




Para el estudio se consideraron solo aquellas parejas que declararon una fecha de aniversario entre noviembre del 2010 y octubre del 2013 y permanecieron “solteros” 100 días antes y “en una relación” 100 días después de su fecha de aniversario.

No es ciencia exacta, pero si tienes la sospecha de estarte enamorando, o que alguien se está enamorando de ti, quizás las estadísticas de Facebook puedan aclarar tus dudas… ¡Que va, mejor hazle caso a tu instinto, ya estamos suficientemente enredados con las redes sociales! - Izzy

Fuente: https://www.facebook.com/notes/facebook-data-science/the-formation-of-love/10152064609253859

domingo, 9 de febrero de 2014

Reseñas - Libros | Los misterios del amor y el sexo - Silvia Olmedo.

Les cuento, buscando cosas nuevas para los blogs, y con el tema de libros y lectura en mente, se me ocurrió comenzar una nueva sección de reseñas de libros que he leído, me han gustado, me han servido, de los cuales he aprendido y que me gustaría compartir y recomendarles. Empezamos con “Los misterios del amor y el sexo” por Silvia Olmedo, ¡espero les guste!

Yo me enteré de Silvia Olmedo de casualidad, durante los comerciales mientras miraba “Netas Divinas”. Ya había visto la propaganda de su programa “Amor-didas” pero no le había prestado atención hasta que las palabras “doctora en psicología” llegaron a mi cerebro y despertaron mi curiosidad. Vi el programa y me volví fan de Silvia y del programa y cuando me enteré que tenía este libro publicado y me lo encontré de casualidad un domingo en Sanborns, ¡supe que lo tenía que comprar! ¡Si, fue amor bibliográfico a primera vista o un “bookgasm”!

Sobre la autora…

Silvia Olmedo es doctora en psicología dedicada a la promoción de la salud. Su fascinación por el mundo de las emociones, las relaciones de pareja y la sexualidad le llevó a estudiar una especialidad en sexología.

Acentúa constantemente la importancia de no aislar la conducta sexual de la persona de su parte emocional, racional. Antes de su llegada a México se dedicó a la investigación en el Reino Unido y en Australia.

En la actualidad Silvia sigue dedicada a la investigación, es directora del departamento de investigación de una prestigiosa empresa, imparte conferencias, escribe artículos y conduce y colabora en varios programas de la televisión.

Nació en Madrid, estudió en España, Holanda, Alemania, se desarrolló profesionalmente en el Reino Unido, Irlanda, Australia y México.

Una Gata Defectuosa, así se autodenomina, adora viajar, leer, ver pelis, las sardinas, la paella y los tacos al pastor y sigue en su intento de aprender a tocar el violoncelo.

Sobre el libro…

Este libro se publicó a finales del 2010. En 285 páginas, Silvia Olmedo te cuenta todo lo que querías saber (y un montón de cosas que de seguro no sabias ni te imaginabas) acerca del amor y el sexo. El libro está dividido en cuatro partes: Los misterios sobre el amor, Manual de emergencias para el amor, Los misterios del sexo y Manual de emergencias para el sexo. De esta manera logra darnos información teórica y consejos prácticos para lidiar con todos estos temas que surgen de ese coctel mágico que se obtiene al mezclar amor y sexo y obtener la mezcla perfecta sin enredar y confundir los ingredientes (¿Cuántos no hemos confundido sexo con amor y amor con sexo?).

Los misterios sobre el amor nos enseña a distinguir amor de enamoramiento, describe los tipos de impulso amoroso que existen y nos guía a través del proceso de la atracción y la seducción hasta llegar al enamoramiento.

El manual de emergencias para el amor abarca los problemas en la pareja, la infidelidad, cómo decirle a nuestra pareja que ya no la amamos y cómo superar una ruptura amorosa (¡sin morir en el intento!) además de educarnos acerca de los celos, las relaciones enfermizas y la orientación sexual.

En los misterios del sexo, Silvia responde preguntas como ¿por qué dos sexos?, ¿por qué a los hombres les atraen las bubis?, ¿por qué el sexo produce placer?, ¿existe un tercer sexo?, ¿el sexo y el amor tienen relación?, ¿y la orientación sexual al mismo sexo? y ¿qué son las parafilias? Silvia no deja piedra sin remover ni tabú sin tocar, desde la masturbación, manual de instrucciones para dar placer a ambos, los rincones del placer en hombres y mujeres, el orgasmo y las grandes mentiras o mitos de la sexualidad.

El manual de emergencia para el sexo es como un botiquín de primeros auxilios de la sexualidad. Aquí Silvia nos explica las razones por las que una relación sexual no funciona, el impacto de las drogas en el desempeño sexual, la falta de deseo, la anorgasmia, cuando duele hacerlo, el vaginismo, la eyaculación precoz (y la retardada y retrograda también), la disfunción eréctil, la circuncisión, el sexo y la edad, cómo mejorar tus relaciones sexuales y las claves para tener una buena relación sexual.

El libro es muy informativo y Silvia tiene una manera muy fresca, sencilla y al punto de abarcar cada tema, con mucho rigor científico, mucha mente abierta y mucha humanidad, una combinación perfecta y el material se hace interesante para expertos en el área de psicología y sexualidad y súper entendible al público en general.

Los dejo con 10 retazos del libro, como para encenderles la curiosidad ¡y espero les haya gustado la reseña!

10 retazos de Silvia Olmedo en “Los misterios del amor y el sexo”.

“Hablar de amor en ocasiones es hablar de perdida. Desafortunadamente, la interpretación del término de una relación acarrea todas las ideas culturales que provocan que ese proceso sea aun más doloroso.”

“El que los niños vean actos de intimidad, ternura y cariño entre sus padres les va a enseñar a intimar mejor con sus futuras parejas.”

“Curiosamente, el enamoramiento dura, en promedio, el mismo tiempo que la fase de embarazo y cría, que es hasta los 18 meses.”

“El orgasmo es para quien lo trabaja, tanto en hombres como en mujeres.”

“Definitivamente el amor sigue siendo algo mágico, todavía, impredecible.”

“Satisfacer el deseo sexual requiere un aprendizaje, un autoconocimiento de las zonas de placer y la masturbación es la clave para este aprendizaje.”

“¿Y los atributos sexuales? ¿Se fijan o no las mujeres en ellos? Si lo hacen, pero no es su prioridad.”

“Que las parafilias no formen parte de las conductas habituales no quiere decir que sean buenas o malas.”

“Cuando nos enamoramos se activa la misma parte del cerebro que cuando estamos en un rush tras haber inhalado cocaína.”

“Nuestra forma de socializarnos y nuestra sexualidad se ha hecho muy complicada y necesita de un aprendizaje. Aquellos que dicen que es una conducta innata, no están en lo cierto.”

¡Los veo en la próxima reseña! - Izzy

sábado, 8 de febrero de 2014

6 mitos sobre los besos (publicado en Vivir+, La Prensa, 8 de febrero, 2014).

1. Es ‘normal’ que las parejas que tienen muchos años de casadas dejen de besarse.

Falso. Un predictor exitoso de las relaciones a largo plazo es la demostración física de afecto, ¡y el beso es el caballo de batalla preferido de las parejas exitosas para demostrarse amor! Siempre asumimos que con el pasar de los años la intensidad afectiva (sobre todo la física) disminuye y con ello la frecuencia de los besos, pero no necesariamente es así, ni tiene por qué serlo. Las parejas más felices siguen demostrándose afecto y besándose sin importar cuántos años llevan juntos ni la edad. Si disminuye la frecuencia de los besos, ¡cuidado!, puede ser señal de problemas en la relación. ¡Los besos son nuestro termómetro relacional!

2. La función del beso no varía, independientemente de la naturaleza de la relación.

Falso. Para las personas involucradas en relaciones casuales y de corta duración el beso tiene mayor importancia antes de tener relaciones que después. Mientras tanto, para las personas involucradas en relaciones formales y de larga duración, el beso es igualmente importante antes, durante y después de la relación sexual. Cabe destacar que para las mujeres, la importancia del beso se mantiene tanto para relaciones cortas como prolongadas; por el contrario, para los hombres la importancia del beso va disminuyendo a lo largo de la duración de la relación. ¡Mujeres, sigan besando mucho a sus parejas! ¡Hombres, besen más a las suyas!

3. Los besos no son importantes para mantener ‘viva’ la relación de pareja.

Falso. Los besos son una expresión de afecto y cercanía en la relación y mantienen tanto los sentimientos de intimidad como los de intensidad sexual. Los besos no solo mantienen “viva” la relación, también la mantienen saludable. Las parejas que se besan con frecuencia muestran niveles menores de colesterol y estrés (besarse por 15 minutos conduce a una disminución significativa en los niveles de cortisol, la hormona del estrés) y mayor calidad de relación que aquellas que no lo hacen. ¡Es más, estas parejas besuconas reportan ejercitarse más, discutir menos, tener menos conflictos y entenderse mejor!



4. Los besos no tienen nada que ver con la reproducción.

Falso. Según la antropóloga Helen Fisher, besarse juega un rol en cada una de las tres fases evolutivas de nuestra estrategia reproductiva: 1) El beso activa y dirige la libido (nuestro deseo sexual), provocando el deseo de tener sexo con múltiples parejas. 2) El beso activa el amor romántico, que nos impulsa a elegir una de entre muchas parejas. 3) El beso nos ayuda a mantener y reforzar el apego, lo que nos mantiene juntos el tiempo suficiente para criar a los hijos hasta su madurez sexual. ¡Sí, hemos evolucionado, pero cuando encontramos a la persona indicada, sentamos cabeza y formamos una familia, cuando miramos atrás es fácil ver cómo todo empezó con un beso!

5. Los besos no activan un componente hormonal.

Falso. A nivel biológico, el beso evolucionó como un mecanismo para recopilar información sobre potenciales parejas sexuales. Besarnos nos permite acercarnos físicamente e incorpora todos nuestros sentidos. Los químicos segregados por las glándulas de nuestra área facial transmiten información genética e inmunológica y nuestra saliva transporta mensajes hormonales. Todo esto nos proporciona información acerca de la salud, higiene y potencial procreativo de la persona que besamos. ¡Claro que no estamos pensando conscientemente en esto cuando lo hacemos! Besarse aumenta los niveles de dopamina (regula el deseo sexual), serotonina y endorfinas (regulan el ánimo) y aumenta los niveles en sangre de la oxitocina (que aumenta nuestro apego). ¿Necesitamos más razones para besarnos más?

6. Los seres humanos somos la única especia que besa.

Falso. Los chimpancés y los bonobos son las únicas dos especies conocidas que se besan como nosotros. ¿Por qué lo hacen? Para comunicar apego y reducir las tensiones sociales en el grupo (¡los seres humanos también recurrimos a los besos como una estrategia para poner fin a los desacuerdos y discusiones de pareja!). Los bonobos, al igual que los humanos, también besan durante el sexo, y los bonobos dan mucha importancia a la sexualidad en sus relaciones sociales, ¡así que pueden sacar sus propias conclusiones respecto a la importancia del beso en la sexualidad humana!

Este artículo fue publicado en la sección de Mitos de Vivir+ de La Prensa el sábado 8 de febrero, 2014. Enlace original: http://www.prensa.com/impreso/vivir/6-mitos-sobre-besos/272783

miércoles, 29 de enero de 2014

El emocionante arte de las segundas oportunidades.

Lo dijo Scott Stapp, vocalist de Creed, en su canción “Who’s Got My Back?”:


“All that has been devastated, can be recreated” 
(Todo lo que ha sido devastado, puede ser recreado).


Yo no sé ustedes, pero yo soy creyente en las segundas oportunidades, segundas impresiones y segundas vueltas. Porque la vida es muy larga y nunca sabemos cuándo lo que hoy no brilla, brillará mañana y lo que hoy no se dio, no fue o no fluyó, mañana si se dará, será o fluirá. Eso, si, hay algo claro en esto, para que estas segundas oportunidades sucedan, algo tiene que pasar, algo tiene que ceder, algo tiene que cambiar. 


Título: A second chance - Autor: Michael Vincent Manalo.


¿Más sencillo? Algo tenemos que aprender. Si es un tema personal, nos toca a nosotros. Si es un tema de pareja o relación, depende, a veces es una de las personas la que necesitaba aprender algo, a veces son las dos. Pero cuando te vuelves a encontrar con esta persona de tu pasado (tu fantasma personal de lo que fue y pudo haber sido) hay algo muy claro, ninguno de los dos son la misma persona, a pesar de un pasado y una historia en común. Si son afortunados, ambos crecieron y aprendieron en ese lapso en el que estuvieron separados.

Quién sabe, de repente en ese volver a conocerse descubren que vale la pena volver a intentar, poner en práctica estos nuevos recursos, herramientas y aprendizajes. A veces, de igual forma que el primer año de un duelo es tan solo la preparación para el segundo, su primera historia fue solo la preparación para la segunda.

Namaste. - Izzy

martes, 28 de enero de 2014

El difícil arte de arrancarse la curita.

Les cuento, Danielle Laporte es mi gurú de “truth bombs” (bombas de verdad) y mercadeo en línea (si, porque los terapeutas también nos mercadeamos en las redes) y trato de aplicar tanto de su filosofía como puedo a mis páginas, a lo que escribo y a mi vida personal y profesional.

En su artículo “The euphoria of admitting when it sucks” (La euforia de admitir cuando apesta) habla acerca del arte de rendirse, fracasar y saber cuándo suficiente es suficiente (o demasiado). Me pareció que el tema resonaba tanto con los sinsabores que a veces nos suceden en este tema tan simple y taaaaan complicado de las relaciones, que decidí que su mejor lugar estaría aquí. Les comparto…




La premisa es sencilla: a veces las cosas simplemente no funcionan y hay que saber cuándo es hora de irse a casa, ya sea con la frente en alto, ya sea con el rabo entre las piernas. Créanme, ambas opciones son mejores a quedarse y seguir tratando de que lo que no funciona funcione (si, la trillada y desgastada definición de la locura).

El tema es que somos humanos, humanos somos, y nos cuesta desapegarnos y despegarnos y decir adiós y cerrar capítulo y seguir sin mirar atrás (la curiosidad de mirar nos mata, nos convierte en estatuas de sal como a la esposa de Lot en el Viejo Testamento o nos sume en un eterno sueño como a Psiquis en la mitología griega), sin la tentación de preguntarnos qué pudo haber sido, o si todavía podría ser. De esto están hechos nuestros fantasmas de lo que fue y pudo haber sido.

Danielle Laporte nos recuerda lo importante de definir la autorrealización en nuestros propios términos, es decir, olvidarnos de todo aquello que se espera de nosotros (pareja incluida, que es la parte más difícil) y enfocarnos en lo que esperamos de nosotros mismos (¡siiii, ser egoístas! ¡No es mala palabra y lo seguiremos repitiendo hasta que lo asimilemos!). Si no funciona, tenemos el permiso y el derecho a decir “hasta aquí”, aunque cueste un mundo asimilar el concepto (si, se que cuesta un mundo hacerlo; también se que se puede hacer, aunque cueste un mundo).

Como quien se quita una curita: más rápido, mejor. Para Danielle Laporte, renunciar es una forma de iluminación.

Somos una sociedad de curitas, las necesitamos para tapar la herida y creo que nos da mucho miedo quitárnosla y descubrir que nuestra herida es más o menos como el famoso gato de Schrödinger, es decir, no podemos saber si la herida sigue abierta o ya cicatrizó hasta remover la curita, y siento que nos aterra por igual cualquiera de las dos opciones, ¿ustedes que piensan?

A veces preferimos dejar la curita ahí, pensando (y vaya pensamiento mágico que es este) que si la dejamos ahí suficiente tiempo, es decir, aguantamos un poco más y un poco más después de eso, vamos a remover la curita y no habrá ni herida ni cicatriz, ausencia total de algo que nos indique que algo pasó (si, hacer inconsciente lo consciente, bien reprimido o negado, así como nos gusta tanto a los seres humanos).

Danielle Laporte piensa que somos inteligentes si logramos ver que algo simplemente no trabaja, no funciona, como a mí me gusta decir: no fluye. Danielle Laporte piensa que somos brillantes si renunciamos y seguimos adelante. ¿Difícil arte ser brillante, no? No se preocupen, la iluminación es más viaje que destino, más aprendizaje en proceso que lección aprendida. Ah, y lo que no brilla hoy, quizás brillará mañana, vale la pena esperar, ¿no creen?

Namaste. - Izzy

Fragmentos extraídos del artículo “The euphoria of admitting when it sucks” por Danielle Laporte: http://www.daniellelaporte.com/reprise-euphoria-of-admitting/

sábado, 25 de enero de 2014

Hay que amarlas, no entenderlas.

¡Hola! Les comparto el artículo: "Hay que amarlas, no entenderlas", por Rella Rosenshain y publicado hoy en Vivir+ de La Prensa, en el que tuve la oportunidad de colaborar. Espero les guste.




Las mujeres son tachadas de complicadas. Bien lo dijo el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, al plasmar en una de sus obras el siguiente pensamiento: “He aquí la gran incógnita que no he podido resolver, a pesar de mis 30 años de investigación sobre el alma femenina: ¿Qué es lo que quiere la mujer?”

Siguiendo esa línea, un estudio encontró que la felicidad de una pareja matrimonial depende en gran medida de la mujer y qué tan rápido olvida el enojo que podría producir una pelea entre ambos. La investigación halló que entre más rápido la mujer pase la página y deje atrás el motivo de la discusión, más feliz será el matrimonio en lo que se refiere a durabilidad y satisfacción, publicó Emotion, el periódico de la Asociación Psicológica de EU.

En cambio, la investigación realizada por científicos de la Universidad de California en Berkeley encontró que si el esposo cedía más rápido y dejaba a un lado su enojo, ello no influía en gran medida en el éxito de la relación. La muestra estuvo conformada por 156 parejas heterosexuales que fueron seguidas desde 1986, y cada cinco años eran monitoreadas para conocer qué tan felices eran.

LECTURA EMOCIONAL.

Para el psicólogo Rodolfo Justine, el dato que muestra el estudio es un poco “controversial” en cuanto a cómo debe ser entendido. “Que la mujer ceda más rápido es un proceso, o sea: algo que va ocurriendo a lo largo del tiempo en el contexto de ´qué´ provoca la discusión. Evolutivamente, la ´estabilidad de la mujer´ pasa por una lectura emocional de la realidad, lo cual hace que la mujer reaccione más ante una inestabilidad en la familia o en la relación”.

Que la mujer tienda a ser más conflictiva en la relación de pareja tiene que ver con un elemento evolutivo y otro neurológico; en el último, entran en juego las estructuras y vías nerviosas con que ella maneje la realidad, explica.

Los hombres y las mujeres responden de manera diferente ante conflictos, menciona el psicólogo Ezequiel Meilij. “Aunque podrían querer resolverlos, los hombres, al sentirse ansiosos e incómodos confrontándolos, prefieren evitarlos. Debido a esto, las mujeres toman un papel más activo, ya que se espera que sean quienes inicien y guíen la discusión mientras el hombre es un participante más pasivo”.

Las discusiones forman parte de la pareja y de la vida, comenta Justine. “La pareja está formada por personas que no son iguales y, en algún momento, tendrán un desacuerdo que necesite solventarse. Lo importante de una discusión es el propósito común, más allá de quién tiene la razón”, dice.

En palabras de Meilij, uno de los desafíos más grandes de la pareja es aprender a discutir (de forma positiva, asertiva y constructiva) y a negociar los desacuerdos, ya que estos, junto con los conflictos, surgirán a lo largo de la relación. “Mientras más temprano en la relación se aprenda, mejor, porque en esta etapa lo que menos se quiere es pelear y por ello se omiten muchos temas, se tapan muchos problemas y se asientan malas costumbres, hábitos malsanos y dinámicas de resolución de conflictos tóxicas. Si no pueden discutir constructivamente, se amarán destructivamente”.

Toda discusión debe tener un propósito, señala Justine, por lo cual es necesario saber cuál es su objetivo. Para que la situación se maneje adecuadamente, recomienda escuchar a cada parte, “no asumir lo que la otra persona quiere decir; si no entiende, pregunte. Si no logran ponerse de acuerdo o alguno de los dos insiste en llevar la conversación hacia una pelea, visiten un terapeuta idóneo de parejas”.

Meilij añade que para cultivar la relación, el deseo, la complicidad, la seducción, la profundidad (aportada a la relación mediante el amor y la ternura), y la intensidad (aportada en la sexualidad) son claves.

Este artículo fue publicado originalmente en Vivir+ de La Prensa, el sábado 25 de enero, 2014. Enlace original: http://www.prensa.com/impreso/vivir/hay-que-amarlas-no-entenderlas/265319

martes, 14 de enero de 2014

¿El tamaño de nuestros testículos favorece la monogamia?

El 2013 fue, entre tantas cosas, mi año para empaparme en el tema de parejas. Tuve la oportunidad de escribir y hablar sobre el tema en diversos medios, leí mi primer libro de terapia de parejas y aprendí muchísimo sobre el tema a través de diversos seminarios, congresos y conferencias a las que asistí. ¡Qué lindo es poder seguir aprendiendo cada día más, pero me salgo del tema, jajaja!

Una pregunta que surge siempre que hablamos del amor, las relaciones, el sexo y las parejas es: “¿Los seres humanos somos monógamos o polígamos?” La dinámica “fidelidad/infidelidad” nos fascina y debido al estigma de ser infieles, por supuesto que es muy difícil (si no casi imposible) obtener datos objetivos que nos permitan saber más sobre el fenómeno.

Supongo que cada quien tiene su idea (y su filosofía) al respecto, y yo me adhiero al pensamiento de Walter Riso al respecto: “Somos polígamos (y/o infieles) por naturaleza y monógamos (y/o fieles) por decisión propia.

Sin embargo, la evolución, que es más sabia e inteligente que nosotros, tiene sus propias ideas al respecto…


¿Promiscuo, yo? ¡OMG! ¿Qué me delató?


El tamaño relativo de los testículos en el macho a menudo refleja los diversos sistemas de apareamiento. Para las especies con sistemas de apareamiento promiscuos, donde muchos machos se aparean con muchas hembras, los testículos tienden a ser relativamente grandes. Aparentemente, esto se debe a la competencia por el esperma, es decir, machos con testículos más grandes producirán más semen y por ende, tendrán una ventaja competitiva a la hora de impregnar a las hembras con las que se apareen. Tal es el caso de los chimpancés, quienes tienen un sistema de apareamiento promiscuo y testículos grandes en comparación con otros primates.

En las especias poligínicas, donde un solo macho controla el acceso sexual a las hembras, los testículos tienden a ser más pequeños. Esto se debe a que, como un solo macho defiende el acceso al grupo de hembras, se elimina la competencia por el esperma. Este es el caso de los gorilas, los cuales a pesar de su inmenso tamaño tienen testículos proporcionalmente más pequeños que el resto de los primates.

Los seres humanos caemos en un punto medio del continuo, al considerársenos una sociedad con un sistema de apareamiento monógamo, acompañado de cantidades “moderadas” de no-monogamia sexual. Debido al estigma asociado a la infidelidad, es muy difícil obtener datos sobre la prevalencia real.

Ahora bien, ¿por qué la evolución favoreció los testículos moderados en los machos humanos? Si bien será difícil que lleguemos a una conclusión respecto a si los seres humanos somos monógamos o polígamos por naturaleza, al menos para ésta, la monogamia parece ser la mejor respuesta desde la perspectiva evolutiva.

Hay una diferencia critica entre los bebés primates y los bebés humanos, estos últimos nacen sin haberse desarrollado por completo, particularmente sus cabezas y cerebros, ya que de lo contrario, no pasarían a través del canal de parto. Estos nos hace particularmente indefensos y vulnerables cuando nacemos, ¿y qué mejor defensa que tener ambos progenitores velando por nosotros en la infancia? Esto se logra mediante la estrategia de la monogamia.

¿Saben de qué otras estrategias se valió la evolución para asegurar la monogamia de nuestros ancestros? 

- A diferencia de otras especies, la hembra humana siempre está en celo, por lo que al estar siempre disponible sexualmente para el macho aumenta las posibilidades de que este se quede a su lado tras el nacimiento de los hijos. 

- Además, cuando dejamos de caminar en cuatro patas, la posición de la vagina y el clítoris en la mujer cambió, cambiando la posición en que tenemos sexo. Mientras que los demás primates machos copulan por detrás, nosotros lo hacemos de frente, y esto nos permite no solo vernos, ¡sino también comunicarnos, conocernos y enamorarnos locamente los unos de los otros y no querer pensar, ver ni estar con nadie más!

- Y como broche de oro, al conectar físicamente, nuestro órgano afectivo y sexual más poderoso (nuestro amadísimo cerebro) segrega oxitocina, la hormona favorita de los psicólogos, la hormona del amor y del apego. 

Ya saben, quizás el tamaño de nuestro pene no importe, pero el de nuestro testículos si, al menos a la hora de favorecer la monogamia. ¡Namaste!

domingo, 5 de enero de 2014

Viudos, divorciados… ¿o quizás tan solo solteros?

Curiosos gradientes de subjetividad aplicamos a nuestras pérdidas los seres humanos y si, de vez en cuando la semántica me mueve y conmueve lo suficiente como para escribir al respecto.

Somos una sociedad aterrada por la pérdida y por la soledad. En mi corto tiempo de retornar a consultas desde que elaborase mi tesis de maestría, me he sorprendido de las veces que me he encontrado con este fenómeno del “más vale malo conocido que soledad por conocer”. 

Perder nos cuesta. Soltar nos pesa. Estar solos nos mata, a veces lentamente, a veces de forma fulminante. Y así, es fascinantemente extraña y bizarra la manera en que el valor que damos a la pérdida de la pareja se refleja en nuestra semántica.

Para las pérdidas que no involucran el perder a la persona amada, a veces es simple cuestión de poseer (irónicamente, al dejar de poseer o haber perdido) el prefijo adecuado, en este caso un “des”. Si tienes empleo, eres empleado, si lo pierdes, eres “desempleado”. También puede ser un “dis”, si eres “discapacitado”, aunque esto ya de por sí es muy subjetivo, todo hemos conocido a personas “discapacitadas” que parecen ser mucho más capaces que muchos no-discapacitados.

Hay descarriados, desahuciados, desquiciados, desviados, desterrados, destruidos, desintegrados y en todos ellos ese “des” implica o sugiere la falta, la ausencia o la pérdida de algo, el estar incompletos.

Pero en el caso de la relación de pareja, sucede un fenómeno muy particular. Partimos de un estado base, el estar solteros, pero no siempre parecemos regresar a él tras sufrir una pérdida, sea esta la pérdida de una relación, de la persona, del vínculo, del alma gemela, de la media naranja, de la esposa o el esposo, de la novia o el novio, de la persona amada u odiada, como sea que necesiten etiquetarla para procesar esto.

Si te divorcias de tu pareja, eres (o estás) divorciado. Si tu pareja muere (y estaban casados), eres (o estás) viudo. Lo fascinante aquí es la necesidad de encontrar una palabra única y particular a estos dos estados, porque fácilmente podríamos decir que simplemente hemos regresado al estado base: estar solteros.




Ahora bien, ¿somos o estamos? Aquí la semántica se vuelve interesante, porque dependiendo del caso puedes 'estar' divorciado o viudo o 'ser' divorciado o viudo. Si lo pensamos subjetivamente, cada uno tiene su connotación particular, y dejarás que'divorciado' o 'viudo' te defina más o menos dependiendo de cuál palabra le anteceda, no es lo mismo estar divorciado que serlo (o como yo digo, no ERES divorciado, no ERESviudo, simplemente ESTAS soltero). Claro, a menos que elijas no quedar, estar ni ser ninguno de los anteriores y simplemente quedar, ser o estar soltero. Eso sí, créeme que la sociedad no te va a dejar salirte con la tuya tan fácilmente, a nadie le gusta un rebelde que osa no llevar el debido rótulo o etiqueta de su luto por la pérdida de su relación, de su pareja o del status quo impuesto por la sociedad.

Es fascinante que la muerte de la pareja (que conlleva a la viudez) y de la relación marital (que conlleva al divorcio) nos golpee tan profundamente que hayamos sentido la necesidad de encontrar sustantivos para dejar que éstos nos definan (si es que dejamos que así lo hagan), más para otros casos de pérdidas que podrían ser tanto o más significativas, tales vocablos no existen (salvo por el breve prefijo “ex” que podemos aplicar a tantas situaciones para las que no hemos sentido la imperiosa necesidad de buscarles sustantivo propio).

Si pierdes a tus padres, definitivamente serás un huérfano, ¿pero si pierdes a tus hijos, qué eres? ¿Si se murió tu mejor amigo, tu mascota, tu planta que tanto amabas y regabas todos los días, la rosa del Principito?

Como seres humanos, está en nuestra naturaleza poner rótulos, nombres y etiquetas a las cosas, a las personas, a las emociones, a lo concreto y a lo abstracto, pero es interesante lo que ocurre cuando nos detenemos un segundo y nos preguntamos por qué, ¿no les parece?

Namaste.

jueves, 2 de enero de 2014

La parábola del anaquel de supermercado.

Yo jamás conocí a alguien en el supermercado, aunque creo que todos hemos visto una de esas escenas de película en la que una conversación casual entre dos extraños en el pasillo del súper acerca de qué jabón lava mejor las medias sucias o que vino le va mejor a un plato de pollo es el inicio de un romance, de esos de película que pocas veces se reflejan en la realidad, o al menos no como lo esperamos, ya que vivimos anhelando ese amor idealizado en un mundo de amores reales.

De todas formas, el supermercado siempre me pareció un buen sitio para conocer a alguien. Después de todo, aquí es fácil encontrarnos con la guardia y las defensas bajas, la máscara en la silla para niños del carrito del súper, ya que nos hace incomodo el ver entre los anaqueles y leer las etiquetas de los productos si la tenemos puesta.

Y de repente así nos agarran, mal vestidos porque cruzamos la calle sin ganas a buscar algo que nos faltaba en la casa, o sudados porque recién venimos de trotar por el Parque Omar, despeinados porque no teníamos planeado bajar del carro en primer lugar, en chancletas, malhumorados, tratando de entender la letra (propia o ajena) de la lista de mandados, tratando de recordar qué diablos vinimos a buscar en primer lugar, etcétera, etcétera, etcetera…

Quizás por eso vamos tanto al súper, o mejor dicho, el súper es ese lugar en el que casi todos coincidimos (¿quién no va al súper?), tal vez guiados por un impulso inconsciente que se plantó en nuestro cerebro desde la primera infancia que nos indica que será más fácil hallar a la persona indicada mientras estamos buscando otra cosa, un buen jabón para lavar las medias o el vino adecuado para acompañar ese plato de pollo. 




Encontrar pareja, hallar a esa persona indicada o descubrir a esa ave rara… dar con esa gema preciosa a la que llaman “alma gemela” se parece mucho a recorrer el súper en busca de algo… de eso… ya saben… “eso”… y es que, puta madre, es tan difícil definirlo, que creemos que no tiene definición hasta el momento en que lo encontramos… si es que tenemos la suerte, la fortuna y el privilegio y no llegó alguien antes y nos arrebato ese “algo” del anaquel, dejándonos ahí, quizás por horas, observando ese espacio vacío en el anaquel, preguntándonos qué paso…

Es más complicado aún, este tema del amor parabolizado en un anaquel de supermercado, porque lo que buscamos no es solo un producto, no viene en una lata, ni en una botella, ni en un frasco, mucho menos en un tetra pack. Ni siquiera es un producto, es una hermosa, endiablada y loca combinación de cosas en un envase único e irrepetible… más que un producto en nuestra lista del súper, es la lista completa, menos aquellas cosas que no encontramos que ni importan al compararlas con todas esas cosas que ni sabíamos que existían ni estaban en nuestra lista y acabamos de descubrir…

Pero es más complicado aún, este tema del amor parabolizado en un anaquel de supermercado, ahora convertido en una lista del súper, porque lo que estamos buscando tampoco es una lista de cosas, sino más bien otra persona, que también está en el súper, con su carrito y su propia lista, buscando igual que nosotros, y nuestro anhelo de ser vistos y reconocidos por esa otra persona dependerá, precisamente, de esa otra persona. He aquí que lo simple se vuelve complicado. 

Bueno, no complicado, sigue siendo simple, tan simple. Es un simple “click”. Pero saben qué, yo creo que si todos en el supermercado nos detenemos un segundo y dejamos de hacer ruido, será posible que nos quedemos en silencio por horas y no oigamos un solo “click”. Y es que los “clicks” son aves raras, gemas preciosas como lo son las almas gemelas.

Somos personas. Hermosas personas empujando carritos en el supermercado y tachando ítems de una lista que parece cambiar a cada instante. Aterrados de no encontrar lo que buscamos, de perder lo que tuvimos, de no reencontrar lo que desubicamos, de tener que devolver lo que tanto quisimos… a veces, igual que los chicos en el súper, quisiéramos tirarnos en el piso y simplemente gritar, llorar y patalear… hasta que se nos pase.

Somos espejos. Hermosos espejos armados de una lista y empujando carritos en el supermercado, y nos vemos reflejados en cada espejo que nos pasa por al lado. De vez en cuando, nuestros carritos chocan de frente y ¡ZAS! “Nos” vemos. “Nos” reconocemos. Accidentes. Hermosos accidentes. Porque en esta parábola del anaquel del supermercado, somos todos esto y mucho, mucho más.




Les dejo una de mis canciones (y video) favoritas de Radiohead, “Fake Plastic Trees”, ambientado precisamente en un supermercado, esperando que encuentren su “click” en este supermercado que llamamos vida. Namaste.


Izzy.