jueves, 25 de junio de 2015

El amigable arte de ser feliz en pareja.

No sé si a ustedes les pasa, pero yo siempre me sorprendo con la capacidad de los actores de representar tantos roles diferentes, pero si nos ponemos a pensarlo un poco, cuando estamos en pareja, también nos toca representar una variedad de roles y papeles, y muchas veces o bien nos toca cambiar de uno a otro en una fracción de segundo o desempeñar varios al mismo tiempo… ¡y aquí no hay nada de segundas tomas!

Con nuestra pareja somos de todo un poco: compañeros, aliados, compinches, cómplices, amigos, familia, socios, amantes, co-parientes; y cuando metemos a nuestras familias extendidas, nos toca barajar todos estos roles junto con ser hijos o hijas, hermanos o hermanas, cuñados o cuñadas, yernos o nueras… y así nos vamos.

Esto me pone a pensar, si queremos ser y permanecer felices con nuestra pareja, ¿cuál será el papel o rol que más debemos proteger, nutrir y cuidar? No creo que podamos llegar a un consenso, y seguro cada quien tendrá su propia opinión al respecto (hagan el ejercicio y pregúntenle a su pareja, a ver si contestan lo mismo o tienen perspectivas diferentes al respecto), pero según Mike Bundrant, terapeuta especialista en PNL (programación neurolingüística), las parejas felices son amigos antes que familia.

Al menos en promedio, las personas disfrutan más pasar tiempo con sus amigos que con su familia. Es más, hay casos en los que los amigos pueden incluso aportar mayor felicidad que la pareja misma, ni decir la familia. ¿Suena muy cínico?

En más de una ocasión, recurrimos a nuestros amigos cuando buscamos un respiro de nuestras familias e incluso de nuestras parejas. ¿Alguna vez han oído que alguien busque en su familia o pareja un respiro de sus amigos? De repente pasa, pero no creo que sea la norma.

Y es que, como dice Mike, “Las familias de origen a menudo son verdaderos calderos de miseria”.

No teman, que la relación de pareja no necesariamente debe seguir el mismo destino, especialmente si se enfocan en ser amigos primero. Después de todo, los buenos amigos son menos propensos a tratarse sin respeto y más propensos a respetar límites, cosa que no siempre sucede con la familia.

Bundrant indica que el error que muchas parejas cometen es zambullirse en una relación joven demasiado rápido y profundamente. Al hacer esto se omite la oportunidad de formar una amistad y al instante lo que se crea es otro miembro de la familia... a veces demasiado “familiar” para nuestro gusto.

Fragmentos extraidos de “Six Things Happy Couples Do Differently than the Rest (Based on Research)” (autor: Mike Bundrant).

jueves, 18 de junio de 2015

El arte de hacernos responsables por nuestro propio paquete.

En nuestra búsqueda de pareja, conectamos por medio de nuestros aspectos positivos tanto como los negativos. O sea, hacemos clic en lo bueno y en lo malo, en lo lindo y en lo feo, en lo saludable y en lo disfuncional.

Muchas veces, nuestras expectativas y demandas irreales proyectadas en nuestras parejas nos hace verlas de manera idealizada. En ella buscamos compensación y reparación de daños, ausencias y anhelos que vienen de mucho atrás, y que en realidad, no le corresponde a nuestra pareja llenar.

Y es que nuestra pareja no viene a llenar vacíos previos, eso nos toca a nosotros en nuestro propio proceso terapéutico. La pareja está para construir sobre terreno firme y en común, no para rellenar espacios del pasado que nuestros padres olvidaron, obviaron o simplemente no pudieron llenar.

Hacer frente a estos espacios vacíos produce mucha ansiedad, miedo y soledad, sobre todo porque significa responsabilizarse de ellos, y recoger ese paquete que decidimos dejar equivocadamente en manos de nuestra pareja. Que cada quien se haga responsable de su historia, de su pasado, de sus vacíos, de su duelo y de su proceso de crecimiento.

Aquí muchos descubrimos que aunque nos creíamos muy adultos al entrar en una relación de pareja, en realidad no éramos más que un par de niños muy asustados, y ahora toca crecer y volverse adultos. Y si, crecer duele, pero es muy necesario, tan necesario como nuestros duelos, aunque asusten. – Izzy

jueves, 11 de junio de 2015

Amantes visuales, auditivos y táctiles… y tú, ¿qué tipo eres?

Sin lugar a dudas nuestros cinco sentidos nos sirven para mucho en esta vida, y según Mike Bundrant, terapeuta experto en PNL (Programación Neurolingüística), la mayor parte de la comunicación toma lugar a través de tres de ellos: la vista (imágenes), el oído (sonidos) y el tacto (sensaciones).

Muchas personas tienen preferencia por uno de estos tres modos de comunicación, y como el amor es una forma de comunicarse (el famoso “idioma” del amor) tiene mucho sentido que nos comuniquemos en el “idioma” predilecto de nuestra pareja.

A los amantes visuales les encanta la evidencia visual del amor de sus parejas (cosas que pueden ver). ¡Ojo, no se trata solo de regalos vistosos, vestirse y verse bien para la pareja! También cuenta que nos vea haciendo cosas por ella (limpiando la cocina, cocinando, ayudándola en alguna tarea) y por supuesto esas señales de amor que podemos trasmitir visualmente a nuestra pareja (nuestra mirada, expresión facial, cómo nos eriza la piel, etc.).

A los amantes auditivos les fascina oír expresiones de afecto, ternura y amor. Hablarle suavemente, susurrarle, cantarles, y expresarle nuestro amor verbalmente son maneras seguras de hacer que nuestro mensaje les llegue. ¡Claro, las expresiones vocales a la hora de la intimidad también cuentan (esos gemidos, suspiros, respiraciones entrecortadas y gritos inolvidables)!

A los amantes táctiles (u orientados a las sensaciones) les mueve el piso todo lo relacionado al tacto, las sensaciones, el contacto con la piel. Cuentan los abrazos, la cercanía física, sostener manos, besarse, acariciarse y un etcétera muy largo… ¡especialmente si hablamos de sexo!

La clave aquí está en que si nos comunicamos fuera del canal, onda o modalidad de nuestra pareja (es decir, con el sentido equivocado) es probable que nuestras muestras de amor y afecto no le lleguen, o al menos no con la intensidad que esperamos. Es más, ¡puede llegar a provocar la reacción contraria a la esperada!

Ahora bien, que una persona tenga preferencia por un sentido tampoco significa que el resto no aporta para nada, ¡a tener eso en cuenta! ¿Y si no estamos seguros de su preferencia? Dos opciones, la primera es experimentar y la segunda preguntar. 

Y si se van a ofender porque sus parejas les preguntan cuál es su sentido preferido, quizás en vez de aferrarse a esa expectativa irreal de que su pareja tiene que conocerles de adentro hacia afuera, sería mejor ejercitar un pensamiento más flexible, y valorar el que les aprecien lo suficiente para querer saber más de ustedes.

Después de todo, querer conocer y aprender de nuestra pareja es también una forma de comunicarle nuestro amor. ¿Ustedes qué piensan? - Izzy

Fragmentos extraidos de “Six Things Happy Couples Do Differently than the Rest (Based on Research)” (autor: Mike Bundrant).

jueves, 4 de junio de 2015

Violencia contra las mujeres.

Definición.

El Articulo 1 de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer – Belem do Pará (OEA, 1994) define como violencia contra la mujer cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado.

Se entenderá que violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y psicológica:

1) Que tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros, violación, maltrato y abuso sexual.

2) Que tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y que comprende, entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en instituciones educativas, establecimientos de salud o cualquier otro lugar, y

3) Que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes, donde quiera que ocurra.

Violencia contra la mujer infligida por su pareja.

El Estudio multipaís de la OMS sobre salud de la mujer y violencia doméstica contra la mujer (OMS, 2005), el cual contempló principalmente la violencia contra la mujer infligida por su pareja, incluyendo la violencia física, sexual y psíquica y los comportamientos dominantes por parte de sus parejas actuales o anteriores, y comprendiendo tanto la situación actual de las mujeres entrevistadas como sus experiencias anteriores concluyó que la violencia infligida por la pareja (también denominada “violencia doméstica”) se halla extendida en todos los países donde se realizó el Estudio. 

No obstante, se registraron numerosas variaciones entre países y entre entornos dentro de un mismo país. Si bien se observaron diferencias en función de la edad, el estado civil y el nivel de instrucción, estos factores socio-demográficos no explicaron las divergencias que se encontraron entre los distintos entornos. El porcentaje de mujeres que habían tenido pareja alguna vez y que habían sufrido violencia física o sexual, o ambas, por parte de su pareja a lo largo de su vida oscilaba entre el 15% y el 71%, aunque en la mayoría de los entornos se registraron índices comprendidos entre el 24% y el 53%. 

Medición de la violencia física o sexual infligida por la pareja.

En el estudio realizado por la OMS, la misma define la violencia física en función de la siguiente lista de actos violentos infligidos por la pareja, donde la mujer ha sido:

1) Abofeteada o le habían arrojado algún objeto que pudiera herirla;

2) Empujada o le habían tirado del cabello;

3) Golpeada con el puño u otra cosa que pudiera herirla;- Golpeada con el pie, arrastrada o había recibido una paliza;

4) Estrangulada o quemada a propósito;

5) Amenazada con una pistola, un cuchillo u otra arma o se había utilizado cualquiera de estas armas contra ella.

La violencia sexual se definió en función de los tres comportamientos siguientes:

1) Ser obligada a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad;

2) Tener relaciones sexuales por temor a lo que pudiera hacer su pareja;

3) Ser obligada a realizar algún acto sexual que considerara degradante o humillante.

Extraído de: “Investigación pre-experimental acerca del efecto del Programa de Recuperación Breve (PRB) para Sobrevivientes de Trauma de la Dra. Edna B. Foa y el Dr. David S. Riggs en el tratamiento ambulatorio a mujeres víctimas de violencia atendidas en el Centro para el Desarrollo de la Mujer (CEDEM); Autor: Ezequiel Meilij.