jueves, 19 de noviembre de 2015

Romper sin romperse en el proceso III.

Rompieron, la relación llegó a su fin, abrieron la caja de Schrödinger y descubrieron que si, efectivamente, el gato estaba muerto, más que muerto y el cadáver apesta. Es hora de enterrar la relación y ninguno de los dos sabe si hacerlo, si tratar de resucitarla o saltar a la tumba y enterrarse en vida con ella. “Tal vez si salto, él (o ella) también lo haga, y viviremos por siempre infelizmente, 2 metros bajo tierra y junto a una relación muerta… ¿no es un cuento de hadas hecho realidad?” Si, ¡si se lo soñó Edgar Allan Poe, de repente!

Cuando hacemos el duelo de nuestra relación que ya no fue, pasa algo muy similar a lo que ocurre durante los entierros, todo el mundo habla acerca del difunto (en este caso, la relación) como si hubiera sido todo bueno y nada de malo:

“¡Se veían tan bonitos juntos!”

“¡Hacían tan buena pareja!”

“¡Eran tan unidos, un equipo!”

“Tan buena gente los dos, tal para cual!”


Y, claro, los dos empiezan a pensar lo mismo y a buscar excusas y justificativos para una resucitación temprana, después de todo, el cadáver está aún fresco e ideas más torpes se han visto, entre océanos de oro y tumbas de sal:

“¡Es que nos veíamos tan bonitos juntos!”

“¡Es que hacíamos tan buena pareja!”

“¡Es que eramos tan unidos, un equipo!”

“¡Es que somos tan buena gente los dos, tal para cual!”


Ahora ya ambos están delirando que la relación resucita milagrosamente, con una enorme sonrisa, proclamando a los cuatro vientos: “¡No, no me morí! Estoy viva, su fe me revivió y ahora nunca, nunca, jamás los dejaré! ¡Weeee!”

Así, llevados por el impulso, el miedo a la soledad, el apego y la idealización, planean un “revival” de la relación…

… a los cuatro días, ambos desean que hubiera seguido muerta, o planean como darle una segunda muerte. Los dos se hacen la misma pregunta: “¿En qué diablos estaba pensando?”




Mejor convivimos un tiempo con fantasmas pero no con idealizaciones.

El proceso de des-idealización de la pareja y de la relación es un proceso fuerte, un golpe de frente a 180 kilómetros por hora con una pared de concreto de 60 centímetros de espesor llamada “realidad”. Sin bolsa de aire. Sin cinturón de seguridad. Sin “dummies” detrás del volante. Y si, seguimos vivos después del impacto, a pesar de sentirnos muertos.

Y es que cuando uno extraña, no extraña lo malo, al contrario, lo malo se niega, se reprime, se minimiza, le buscamos la vuelta que sea para hacerlo encajar en nuestro rompecabezas, aunque queden las piezas chuecas.

Se nos cayó la pareja y la relación del pedestal y hacemos lo imposible por volverla a montar. ¿Y saben qué pasa? Cuando fracasan nuestros intentos por hacerlo, cavamos un pozo para nosotros, para mantener la ilusión de lo ideal que nunca fue y nunca será. Y es que desde el fondo del pozo, todo y todos parecieran estar sobre un pedestal, ¿no?

La pregunta es: ¿realmente tu plan de vida implicaba vivir en un pozo?

Convivir por un tiempo con los fantasmas de lo que fue, no será y pudo haber sido no es fácil, pero es mejor que seguir viviendo ilusionados con idealizaciones, sobre todo después de haber sobrevivido a un choque frontal con la REALIDAD.

No hablo de irse al otro extremo, no hablo de satanizar ni a la ex pareja ni a la ex relación. Hablo de hacer un recuento, un inventario, justo y necesario de lo bueno y lo malo, para tener una visión real de lo que fue la relación y tener una visión real de nuestra ex pareja y de nosotros mismos.

Seamos responsables sin ser injustos, con nosotros mismos y con aquella persona que para bien o para mal, eligió compartir parte de su vida con nosotros, y elegimos compartir parte de la nuestra con ella. Al final de una relación, cada cual recoge su paquete, sus proyecciones, las cosas que proyectamos (buenas y malas) sobre nuestras parejas y sobre la relación, y nos hacemos responsables.

No botemos lo bueno con lo malo, ni lo malo con lo bueno. En este proceso de duelo, de romper sin romperse en el proceso, nos toca elaborar tanto lo bueno como lo malo, porque de lo contrario, siempre nos vamos a quedar con la mitad de una historia, una historia a medias de una relación a medias, y lo único que nos quedará de saldo será un duelo a medias.

Bienvenidos a la realidad. Bienvenidos al duelo. Nos vemos en el camino. - Izzy

jueves, 5 de noviembre de 2015

Romper sin romperse en el proceso II.

Después que terminé de elaborar la entrada anterior, me quedé pensando, ¡qué difícil que es hoy en día evitar caer en esas “zonas grises” entre “fuimos” y “ya no somos” que ocurren después de una ruptura. Y es que las redes sociales nos tienen enredados y es difícil desenredarse, y especialmente aquí en Panamá, donde los 6 grados de separación a veces parecen ser 3, 2 y hasta 1. 

Redes sociales, amigos mutuos, ex-familiares y todo lo demás también…

Es casi inevitable toparse con la presencia de esa persona que ya no es parte de tu vida en las redes sociales, en encuentros con amigos en común, al cruzarse con los ex-parientes políticos en la calle, en el súper, en el centro comercial, cine, etc.

Incluso si eliminas a tu ex pareja, ex parientes políticos y ex amigos en común de tus contactos en redes sociales, es tan fácil que indirectamente te des cuenta de que alguien que sigues o te sigue también sigue o es seguido por tu ex pareja.



¿Será que hay que desconectarse del mundo hasta que termine el duelo? Si queremos romper sin rompernos en el proceso, toca tomar todas las medidas preventivas posibles, sin tampoco dejar de vivir. Evitar los lugares comunes, evitar las situaciones dónde sería previsible toparse con el recuerdo o los fantasmas de lo que fue, no fue y pudo haber sido.

¿Y si nos pasa, por mas prevenciones que hayamos tomado? Respirar profundo y comportarse con dignidad. Sobrellevar el momento de la mejor manera posible, procurar hacerlo lo más corto posible y seguir camino.

Ojo, no me refiero a que ahora tu ex pareja y tu son enemigos a muerte, indeseables, no se pueden ni ver, sino que no es fácil toparse con la persona con la que compartiste un montón de cosas lindas y ambos saber que ahora es diferente. Cuesta, y es una parte natural del proceso, mas aun si hubo muchas vivencias positivas y profundas compartidas.

Otro punto importante, es muy difícil predecir cómo vamos a reaccionar (o como va a reaccionar la otra persona) si ocurre un encuentro después de la ruptura. Uno se lo imagina de una forma, se hace toda una película en la cabeza, anticipa los diálogos y las reacciones… y cuando pasa, ¡nada que ver! Se nos olvidan las líneas, no sabemos qué decir, que hacer, ¡casi nos dan ganas de salir corriendo como en las comiquitas!

No se auto-castiguen de más, eso también es normal y parte del proceso. Se va aprendiendo sobre la marcha y no hay dos rupturas iguales, porque no hay dos relaciones iguales y cada persona es un mundo y cada pareja y ex-pareja es una combinación única de esos dos mundos (aunque sean mundos que ya no son).

Si sienten que reaccionaron mal, o no como hubieran querido, si terminaron bien o más o menos bien y aun hay un canal de comunicación posible, pueden explicarse y aclararse (ojo, si saliste de una relación codependiente, recuerda que es la dinámica usual preocuparse de mas por la otra persona y de menos por uno mismo y que es hora de empezar a dejar de hacer eso, aunque nos cueste, quizás esta vez lo mejor sea resistir la tentación de explicarse y aclararse ante la otra persona, y en lugar de eso, mejor aclararse y explicarse ante uno mismo, para no seguir repitiendo patrones). 

Si terminaron mal y ya no hay canal de comunicación, bueno, mas justificación para reaccionar así, ¿qué se le va a hacer? Somos humanos, y en este momento, nuestra prioridad es nuestro bienestar y confiar en que la ex pareja también esté velando por la propia, para que nadie se rompa en este proceso de romper. Nos vemos en el camino. - Izzy.