lunes, 18 de septiembre de 2017

Los tres significados del matrimonio.

¡Hola! Sigo compartiendo con ustedes fragmentos del libro: “The Evaluation and Treatment of Marital Conflict” (La evaluación y tratamiento del conflicto marital). El comprender la relación de pareja desde la perspectiva de la terapia de pareja nos permite evaluar, reevaluar y entender mejor nuestras relaciones (y parejas) pasadas, presentes y futuras y a la vez poner en contexto nuestra propia historia y la de nuestra familia de origen.

A pesar de que el texto habla específicamente de “matrimonio”, espero que quienes lean esto y estén (o hayan estado o planean estar) en una relación de pareja - más no necesariamente casados – puedan extrapolar la información desde el contexto del “matrimonio” al de la “pareja”.


Las fuentes de estrés sobre una pareja son los cambios sociales (el contexto social) y las transiciones situacionales y del desarrollo que ocurren en todos los sistemas familiares multigeneracionales (el sistema familiar multigeneracional).

Las fuerzas sociales son más estresantes para la pareja durante épocas de cambio sociocultural. Al desafiar la manera en que las cosas “deberían ser” aumenta nuestra ansiedad, se modifican nuestras expectativas sobre nosotros mismos y nuestra forma de vida, incluyendo nuestras relaciones de pareja y nos hace vulnerables a problemas relacionales.

Tres aspectos del contexto social relevantes al estudio y tratamiento del conflicto de pareja son:

- El significado cambiante del matrimonio
- El movimiento femenino
- La revolución sexual

Hoy les compartiré lo que aprendí acerca del significado cambiante del matrimonio…

Los tres significados del matrimonio.

(Siéntanse libres de reemplazar la palabra “matrimonio” por “relación de pareja”). La manera en que pensamos acerca del matrimonio determina hasta cierto punto la manera en que nos comportamos cuando estamos casados (o en una relación de pareja). La mayoría de nuestras ideas acerca del matrimonio pueden clasificarse en tres categorías:

- El significado religioso o sagrado del matrimonio
- El significado comunal o social del matrimonio
- El significado personal o individual del matrimonio

Damos más de un significado a la vez al matrimonio y a la familia. Nos movemos de un significado a otro acorde a las circunstancias y este desplazamiento es de particular interés a los clínicos.


El significado sagrado del matrimonio.

Desde la perspectiva sagrada, el matrimonio y la familia son instituciones sagradas, fundadas por Dios y gobernadas por líderes religiosos. Todo acerca de un matrimonio se decide acorde a las leyes de la religión.

Las parejas para las cuales este es el significado prevalente del matrimonio es probable que vean sus dificultades maritales sobre un eje “correcto-errado”.

Al trabajar con estas parejas es importante que el terapeuta valide sus valores mientras que al mismo tiempo trabaja en incrementar el grado al cual permiten espacio para el cambio en su sistema de creencias. El terapeuta debe ayudarles a poner a un lado el eje “correcto-errado” y reemplazarlo con una perspectiva más psicológica.

La terapia de cualquier tipo que intente minar las creencias religiosas del cliente y reemplazarlas con la visión más “iluminada” del mundo del terapeuta es extremadamente invasiva e improductiva. Las personas necesitan ser ayudadas de maneras gentiles y respetuosas.

Los problemas clínicos en el matrimonio pueden surgir cuando uno de los integrantes de la pareja cree en el significado sagrado del matrimonio y la otra no.


El significado social del matrimonio.

El segundo significado del matrimonio lo define en términos de sus obligaciones sociales. El matrimonio de una pareja es visto como un asunto, no de Dios, sino de sus familias y de su comunidad. Las obligaciones de los esposos para con sus padres y el resto de sus familias extendidas son consideradas primordiales, incluso más importantes que sus obligaciones como esposos.

Si bien en muchas culturas y sociedades esto ya no es tan frecuente, todavía podemos verlo en muchas familias, culturas, etc.


El significado individual del matrimonio.

Las anteriores perspectivas no dan mucho peso, si es que dan alguno, a las satisfacciones interpersonales y emocionales que deberían ser parte de las relaciones a largo plazo.

Las demandas de la vida matrimonial y familiar se subordinan al bienestar y felicidad individual.

Otra forma de ver el significado del matrimonio es hablar de niveles de compromiso. Tanto en la visión sagrada como social del matrimonio, un compromiso ciego tiende a ser la actitud operante con la cual tanto hombres como mujeres abordan el matrimonio. Las expectativas son muy altas y las personas involucradas directa e indirectamente en el matrimonio son muchas, todo lo cual eleva el nivel de compromiso con el que las parejas abordan el matrimonio al punto que son incapaces de reconocer las necesidades emocionales y limitaciones tanto propias como de su pareja.

Aunque el significado individual del matrimonio maximiza la apuesta emocional, minimiza el compromiso eterno (sagrado) y global (social) y reduce el número de involucrados en la relación a dos.


Estas tres perspectivas del matrimonio no tienen que ser mutuamente excluyentes ni presentar a los involucrados con conflictos irreconciliables. Es labor del terapeuta movilizarlos del abordaje todo-o-nada y hacia un significado más integrado del matrimonio.

Los problemas clínicos en un matrimonio ocurren frecuentemente cuando uno de los esposos cambia de una perspectiva tradicional a una individual mientras que la otra persona no. No es inusual encontrar un cambio de perspectiva en un punto crítico en la vida de una persona (por ejemplo, tras la muerte de un pariente). Este cambio puede confundir y perturbar a la pareja, quien no comprende su significado y no tiene idea de qué hacer al respecto.

En un caso así, el terapeuta esquematiza para la pareja exactamente lo que les ha sucedido y como los cambios en su relación se vinculan a cambios en el contexto social. Entones la pareja puede empezar la tarea de trabajar las implicaciones de estos cambios en su matrimonio. Ambos pueden trabajar hacia el establecimiento de mejores maneras de tolerar y lidiar con sus diferencias.

Espero hayan disfrutado este post y que les ayude a comprender y navegar de manera más saludable y constructiva sus relaciones pasadas, presentes y futuras. 

Namasté.

Izzy.

Fragmentos extraídos del libro: “The Evaluation and Treatment of Marital Conflict” (La evaluación y tratamiento del conflicto marital).

domingo, 10 de septiembre de 2017

El valor subjetivo de la virginidad (Parte I).

Un comportamiento fuera de lo habitual en una niña de edad escolar primaria lleva a sus padres a un descubrimiento terrible, que ha sido molestada sexualmente por un familiar cercano. Tras hablar con la niña y llevarla a un médico, los padres descubren que el familiar ha introducido sus dedos en el orificio anal de la niña en repetidas ocasiones, pero no ha habido penetración (coito) anal o vaginal. De entre todas las posibles preocupaciones que los padres de un niño pueden tener al surgir una situación de esta índole, en este caso surge una en particular: la preocupación de que su hija haya “dejado de ser señorita por detrás”.
Tal preocupación por parte de los padres despierta una serie de preocupaciones por parte del terapeuta:
- ¿Por qué la idea de la “pérdida de la virginidad anal” de su hija (provocada por una situación totalmente fuera del control de una niña) les despierta tal nivel de ansiedad, al punto de  aparentemente superar la preocupación por el bienestar psicológico y emocional de ésta?
- ¿Qué ideas, pensamientos y creencias irracionales, rígidas, inflexibles y distorsionadas podrán tener estos padres acerca de la virginidad (y por consiguiente, respecto a la sexualidad)?
- En todo caso, si la niña hubiese “perdido su virginidad anal” bajo estas circunstancias, ¿la querrían o valorarían menos sus padres por ello?

Obviamente la virginidad tiene un valor subjetivo, el cual será percibido de manera diferente por cada uno de nosotros, y el escenario arriba descrito me puso a reflexionar seriamente acerca de este concepto o constructo tan subjetivamente evaluado, sobre todo cuando nuestras creencias sobre el tema amenazan nuestra salud y bienestar mental, psicológico y emocional o la de aquellos en nuestro entorno.

“Triunfo de la castidad”, de Lorenzo Lotto, 1530.

¿Qué es la virginidad?
La virginidad es el estado de una persona que jamás ha tenido relaciones sexuales (coito o copulación). Existen tradiciones culturales y religiosas que colocan valor y significado especial a este estado, sobre todo en las mujeres, asociados a nociones de pureza, honor y valía. Tradicionalmente, el concepto de la virginidad involucra la abstinencia sexual antes del matrimonio, así como temas morales o religiosos con consecuencias (estigma) en términos de estatus social y relaciones interpersonales.
La pérdida de la virginidad por medio de la violación está sujeta a debate (es, por lo tanto, subjetiva), con la creencia de que la virginidad solamente puede “perderse” por medio del sexo consensual.
El concepto de virginidad tiene significación solamente en contextos sociales, culturales y morales particulares. No refleja ningún imperativo biológico conocido y no provee ningún tipo de ventaja evolutiva demostrable.

¿Cómo se pierde la virginidad?
Existe mucha subjetividad respecto a qué tipos de actividades sexuales resultan en una pérdida de la virginidad. La perspectiva tradicional (entiéndase el punto de vista más común) plantea que la virginidad se pierde solamente mediante la penetración vaginal por el pene (sea ésta consensual o no). Por ende, actos de sexo oral, sexo anal, masturbación mutua y otras formas de sexo no penetrativo no resultarían en una pérdida de la virginidad.
Si se fijan, esta perspectiva no resulta de mucha utilidad para la población homosexual (no hay penetración vaginal entre hombres Gay y no hay pene presente en las relaciones sexuales entre mujeres lesbianas). Por lo tanto, aquellas actividades que para la “perspectiva tradicional” no implican una pérdida de la virginidad bien pueden hacerlo para las personas homosexuales.  
Por lo tanto, podemos argumentar que la percepción de qué actos sexuales son relativos a la pérdida de la virginidad variarán acorde a aquellos actos que correspondan a la orientación sexual de cada uno.

Bien, ya sabemos qué es la virginidad (algo muy subjetivo) y cómo hacer para perderla, o conservarla (tanto o más subjetivo). En la próxima entrega vamos a ver por qué la virginidad femenina no es lo mismo que la virginidad masculina… ¿o lo es? ¿O no lo es? - Izzy

jueves, 24 de agosto de 2017

Arrepentimientos sexuales.


Todos alguna vez nos arrepentimos de haber tenido (o dejado pasar) algún encuentro sexual. Esas decisiones que se toman en el calor del momento y que luego nos hacen preguntarnos en qué estábamos pensando cuando las tomamos. A veces nos sentimos mal por lo que hicimos, y peor aún por lo que dejamos de hacer, es decir, ¡bienvenido arrepentimiento!

La pregunta del millón es: ¿los hombres y las mujeres nos arrepentimos de lo mismo?

Un grupo de psicólogos emprendió una investigación para hallar la respuesta y encontraron grandes diferencias entre hombres y mujeres en relación a sus arrepentimientos sexuales.
El estudio, liderado por el doctorando en psicología social Andrew Galperin y la profesora de psicología social Martie Haselton y publicado en la edición actual de “Archives of Sexual Behavior” muestra como emociones humanas tales como el arrepentimiento juegan un rol importante en la supervivencia y reproducción.

Aunque yo siempre digo que las diferencias no necesariamente pautan la norma, sigue siendo interesante ver cómo diferimos hombres y mujeres. Mientras que los hombres nos arrepentimos mas de no haber tomado acción ante un potencial encuentro sexual, las mujeres se arrepienten mas por haberse involucrado en encuentros casuales (de una sola noche o los famosos “one night stands”).

El arrepentimiento sexual puede experimentarse como algo negativo, pero parece ser altamente funcional al orientarnos hacia decisiones sexuales adaptativas, ¡todo es aprendizaje!

¿Y a que debemos esas diferencias acerca de qué nos arrepentimos hombres y mujeres? Aparentemente, presiones evolutivas.

A través de la evolución, para los hombres, cada oportunidad perdida de tener sexo con una pareja nueva implicaba la perdida de una oportunidad reproductiva potencial. Pero para las mujeres, la reproducción requería una inversión más grande (llevar el embarazado a término y cuidar de las crías). Por lo tanto, los costos del sexo casual eran (y siguen siendo) más altos para las mujeres que para los hombres.

Lo interesante de esta investigación es que es el resultado de tres estudios (replica incluida) e incluye participantes heterosexuales, homosexuales, lesbianas y bisexuales, ¡nadie quedó por fuera!

Más interesante aun fue lo que descubrieron al comparar los tres arrepentimientos sexuales más comunes para hombres y  mujeres:

Las mujeres se arrepintieron más comúnmente de:

1) Perder la virginidad con la persona equivocada (24%)
2) Ser infiel con la pareja actual o pasada (23%)
3) Actuar demasiado rápido sexualmente (20%).

Los hombres se arrepintieron más comúnmente de:

1) Ser demasiado tímidos para hacer una movida frente a una pareja sexual prospectiva (27%)
2) No ser más sexualmente aventureros de jóvenes (23%)
3) No ser más sexualmente aventureros durante sus épocas de soltería (19%)

¿Se imaginan si usáramos una máquina del tiempo para regresar a la prehistoria y aplicáramos este estudio a nuestros antepasados de hace millones de años? Algo me dice que los resultados serían muy similares, ¿ustedes que piensan? En conclusión, si bien los hombres y las mujeres nos diferenciamos a la hora de nuestros arrepentimientos sexuales, seguimos siendo parecidos en lo mismo: millones de años de evolución nos definen. - Izzy

Enlace relacionado: http://www.sciencedaily.com­ /releases/2013/11/131125164745.htm

miércoles, 16 de agosto de 2017

Los asexuales también se masturban… y otras cosas que yo no sabía (y quizás ustedes tampoco) sobre la asexualidad.

Siempre pensamos que la atracción romántica y la atracción sexual ocurren simultáneamente. Lo que estamos aprendiendo de los asexuales es que parecen ser dos procesos distintos.” Estas son las palabras de Lori Brotto, psicóloga clínica y directora del Laboratorio de Salud Sexual de la British Columbia University. 

La asexualidad se define como una ausencia natural de atracción sexual hacia otras personas y algunos asexuales se identifican asimismo como “arománticos”, incapaces también de forjar conexiones amorosas. Aun así, muchos asexuales reportan tener sentimientos románticos, citas y relaciones.

Tenemos que diferenciar al individuo asexual de aquel que tiene un libido bajo, los asexuales generalmente se desarrollan sin jamás experimentar atracción sexual hacia otra persona o sentir deseos de tener relaciones sexuales con otros.

El DSM-5 rompe el paradigma vigente previamente de la asexualidad al diferenciarla explícitamente de los desordenes de deseo inhibido propio de aquellos individuos que anteriormente mostraban interés en el sexo con otras personas.




Ahora bien, a pesar de no sentirse atraídos sexualmente por otros, esto no implica que los asexuales no estén regidos por todas las demás “leyes de la atracción”, igual que todos los no-asexuales (a falta de mejor término, al menos al momento de escribir esto). Si, pueden sentirse atraídos por atributos físicos de otra persona, simplemente no existe el impulso sexual subyacente a tal atracción.

A las personas asexuales también les agrada la cercanía física, los abrazos, los arrumacos, los besos. Incluso algunos practican comportamientos generalmente percibidos como sexualmente explícitos, pero para ellos, involucra una experiencia diferente (¿qué tal toquetearse simplemente porque se siente bien, sin que implique sexo o excitación?).

Investigaciones sugieren que los asexuales varones se masturban tanto como los no-asexuales, porque se siente bien, reduce la ansiedad o cumple una función fisiológica. De esta manera, dan un motivo utilitario (más orientado a la salud) a la masturbación. No se ustedes, pero yo me quedé pensando por qué se refieren solamente a los varones asexuales, ¿pero supondré que el estudio en cuestión no tuvo participantes femeninas?

Respecto a la actividad sexual y la sexualidad, el Instituto Kinsey promovió una pequeña encuesta al respecto en el 2007, encontrando que los asexuales reportaban significativamente menos deseo de tener sexo con una pareja, excitabilidad y excitación sexual más baja, pero no diferían sistemáticamente de los no-asexuales en sus puntuaciones de inhibición sexual o el deseo de masturbarse.

Y si eres asexual, ¿qué pasa con la orientación sexual? La mayoría de los asexuales reportan una inclinación hacia las relaciones románticas y sus identificaciones respecto a sus orientaciones románticas (preferencia por relacionarse con hombres o cualquiera independientemente de su género) son análogas a las orientaciones sexuales de los no-asexuales.

¿Pueden existir relaciones entre asexuales y no-asexuales? ¿Y por qué no? Estas parejas “mixtas” pueden abstenerse de tener sexo o intentarlo. Tal vez la persona asexual no lo disfrute o experimente de igual forma que la no-sexual, pero puede hacerlo a su manera (quizás satisfaciendo sus necesidades de cercanía física e intimidad, y a la vez disfrutar el complacer sexualmente a su pareja no-asexual).

La asexualidad nos hace ver no solo la sexualidad humana, sino las relaciones desde otra perspectiva. ¿Qué significa realmente la atracción? ¿Cómo se definen las relaciones? ¿Qué conexiones necesitamos para ser realmente felices? ¿Qué desafíos en común enfrentan las parejas asexuales y las no-asexuales? No sé si existan estudios longitudinales sobre parejas asexuales que nos permitan conocer más de su evolución a lo largo de los años, pero es bueno para todos que a esta parte tan fascinante de nuestra sexualidad humana se le esté dando la atención, importancia, estudio e investigación que merece.

La Red de Visibilidad y Educación Asexual (Asexual Visibility and Education Network o AVEN) define a un asexual como “alguien que no experimenta atracción sexual" y plantea que la asexualidad es como cualquier otra identidad, sencillamente una palabra que la gente utiliza para entender quiénes son. Desde esta perspectiva alientan a todos quienes encuentran el termino útil para describirse a hacer uso de el por el tiempo que sea necesario y tenga sentido hacerlo.

Me parece un pensamiento excelente para cerrar este post, ¿ustedes qué piensan? - Izzy

Fuente: "The No-Libido Credo” por Matt Hudson.

jueves, 25 de mayo de 2017

La parábola del niño en el sex shop

Unos padres van caminando por la calle con su niño de la mano y pasan frente a un sex shop. De repente, ¡el niño se suelta y entra! Este niño es una parábola, pónganle la edad o el sexo que deseen, o no le pongan ni lo uno ni lo otro, lo que importa aquí es lo que simboliza.


¿Qué pasa con este niño al entrar al sex shop? Hace lo que todo niño, empieza a mirar, explorar, hurgar, abrir cajas, agarrar, tocar, llevarse a la boca y probar. El no está consciente de la connotación sexual o erótica de estos juguetes, artículos y accesorios. El es movido por la curiosidad, por un impulso de descubrir, explorar y jugar, como todo niño.

Ahora imagínense a sus padres, ¡abochornados, apenados, rojos como tomates, sin saber qué hacer! Le gritan a este niño: “¡No toques eso!” “¡Ay, Dios, eso es un pipí de goma!” “¡Ay, Jesús, eso es una cuquita!” “¡Eso no es para niños!” “¡Eso es solo para niñas!” “¡Eso es malo!” “¡Esto es sucio!” “¡Aquello es feo!”

Finalmente toman al niño, le dan una nalgada, lo agarran del brazo y se lo llevan. El niño, sin la menor idea de qué hizo mal, llora desconsoladamente y aprende una lección muy valiosa: “Sea lo que sea que sea eso, es malo, y yo soy malo por haberlo hecho.

Seguro a muchos esto nos recuerda a nuestra propia infancia, y a las ideas distorsionadas que nos metieron en la mente sobre el sexo y la sexualidad desde pequeñitos.

Llegamos a adultos, y volvemos a entrar al “sex shop”. Pero entramos con miedo, aterrados, abochornados, sin saber qué hacer, porque esa es la lección, el modelo a seguir, que nos dieron de niños. Y deberíamos comportarnos en este “sex shop” de nuestra sexualidad sana, como aquel niño, haciendo lo que todo niño hace: empezar a mirar, explorar, hurgar, abrir cajas, agarrar, tocar, llevarse a la boca y probar.

Porque si estamos viviendo una “sexualidad sana”, es el permiso que deberíamos tener, sin temor a que nuestros padres (ahora internalizados) se abochornen, apenen, alboroten y nos digan qué es sucio, qué es feo o qué es malo, y si lo es para ellos, y si esa es la única forma en que aprendieron (o les enseñaron) a reaccionar, que sea su problema y no el nuestro. - Izzy