jueves, 30 de julio de 2015

El aroma de lo que nos atrae.


Es posible que el Tucán de Fruit Loops tuviera razón, y a veces hay que “seguir nuestra nariz”, en este caso, para dar con la pareja adecuada, o por lo menos, con un buen plato de cereal para comenzar la mañana.

Resulta que la nariz (o mejor dicho, nuestro sentido del olfato) influye en nuestra selección de pareja en formas sorprendentes y con variaciones muy interesantes entre los sexos.

- Para la mujer, el aroma de un hombre puede ser una barrera a la intimidad, si éste le resulta desagradable.

- Pare el hombre el aroma de una mujer es importante, pero es más probable que nos dejemos influenciar más por cómo se ve una mujer que por cómo huele.

- La bioquímica relacionada con el aroma bien podría ser parte de la química sexual. La misma huella olfativa que nos ayuda a reconocer a nuestros familiares nos comunica información sutil acerca del sistema inmune de nuestra potencial pareja, jugando un rol esencial en la atracción.

- Si como mujer, encuentras irresistible el aroma natural de un hombre, tu cerebro te está indicando que sus sistemas inmunes son compatibles (un aspecto clave para la reproducción).

- Los hombres gay prefieren el aroma de otros hombres gay por sobre el aroma de hombres y mujeres heterosexuales (y un efecto paralelo está presente, aunque más débilmente, entre las mujeres lesbianas).

Ya lo saben, si están en busca de pareja, pónganle atención a lo que sus cinco sentidos les digan y no tengan miedo de seguir su nariz y si ya están en una relación y algo no huele del todo bien, su olfato podría estar enviándoles señales, así que presten atención. - Izzy

Fragmentos extraídos de "The Underrated Sense", por Jonah Comstock.

jueves, 23 de julio de 2015

¿Nuestra personalidad predice lo que nos gusta en la cama?


A la hora de tener sexo, cada quien tiene sus preferencias y las hay muchas. No me refiero a preferencias que tengan que ver con la orientación sexual, sino más bien con qué nos gusta (o no nos gusta) hacer y que nos hagan sexualmente hablando.

Más interesante todavía, ¿qué es lo que le da forma a estas preferencias tan individuales? Aparentemente, la personalidad juega un rol bastante importante en este aspecto y Ashley Peterson, psicóloga en la Universidad Estatal de Nueva York, realizó un estudio al respecto, examinando cómo una batería de rasgos (de personalidad) predecía preferencias por la masturbación, así como por el sexo vaginal, oral y anal.

Me imagino que más de uno se estará diciendo lo mismo que yo: “Aguanta, hay muchas más cosas que se pueden hacer sexualmente más allá de la masturbación y las distintas variaciones de penetración y estimulación, ¿no?”. Por supuesto que sí, pero aún así, estas nos sirven de base como para darse una idea general (¿o básica?) de qué tan abierta (dispuesta) o cerrada (no dispuesta) esté una persona a experimentar con la variedad en el sexo.

Okay, la teoría de rasgos (una aproximación al estudio de la personalidad en la psicología) es bastante amplia, y existe un rasgo denominado apertura a la experiencia que involucra tener intereses amplios y ser imaginativo, entre otras cosas. Como era de suponerse, este rasgo se correlaciona con una preferencia por la variedad.

Otro rasgo es la extroversión (y su gemelo opuesto, la introversión), pero el ser extrovertido no necesariamente guarda correlación por una preferencia por la variedad. Las personas extrovertidas quizás tengan más sexo, o mejor dicho, sexo con más personas (si esa es su preferencia), pero eso no implica que las personas introvertidas no prefieran la variedad a la hora del sexo (o sea, no juzgues al libro por la portada).

Ciertos rasgos de personalidad son asociables a una aversión hacia cierto tipo de actividades sexuales. Los participantes del estudio con rasgos fuertes de escrupulosidad (escrupulosos, meticulosos, muy conscientes de todo) y agradabilidad (complacientes, empáticos, cooperativos) tenían tendencia a desagradarles el sexo anal (probablemente éstos, al tener mayor consideración por las normas sociales, consideran desagradable el aspecto tabú del sexo anal ¿o están demasiado conscientes al respecto como para disfrutarlo?). 

¿Y qué pasa con el género?

Hombres y mujeres con distintos rasgos de personalidad pueden disfrutar la preferencia por el mismo acto sexual (los hombres neuróticos y las mujeres extrovertidas disfrutan del sexo oral, pero los hombres extrovertidos y las mujeres neuróticas no).

Hubo una medida en la cual no había diferencias entre hombres y mujeres: la preferencia por el sexo vaginal (ambos sexos por igual parecen preferirla).

Recalco que estas son tendencias y correlaciones, ¡no reglas absolutas! Después de todo, el estudio se basa en participantes estudiantes universitarios y factores de edad y maduración pueden sin lugar a dudas afectar la generalidad de los resultados.

De una forma u otra, ¡métanle mente! Si estamos insatisfechos con nuestra vida sexual (y esta falta de variedad nos está haciendo ruido o está afectando nuestra relación de pareja), podría ser que nuestra personalidad (o nuestros rasgos de personalidad) nos estén jugando en contra, buena señal de que es necesario hacerse un afinamiento (ir a terapia) para no dejar que nuestra personalidad (si está demasiado rígida e inflexible) afecte nuestra vida (y salud) sexual. ¿Vale? - Izzy

Fragmentos extraídos del articulo “Sex: Our Sexuality, Our Selves” por Molly Forman.

jueves, 16 de julio de 2015

Tres premisas básicas para una sexualidad más sana.


Hay al menos tres puntos básicos en los que comparto la filosofía de Dan Savage acerca de la sexualidad y los considero aspectos elementales para una sexualidad sana y equilibrada (¡esa es la meta!):

Premisa básica #1: Persigue tus fetiches, fantasías, etc., siempre y cuando estos sean legales, consensuales, seguros y respetuosos.

Premisa básica #2: La piedra angular de la ética sexual es la consensualidad (estamos hablando de consentir con plena voluntad y conocimiento y capacidad de discernimiento, aquí no hay áreas grises, es muy claro y muy sencillo cuando alguien consiento o no, y cuando alguien no está en capacidad de consentir).

Premisa básica #3: Aunque la experimentación sexual se alienta, el descuido no. El sexo siempre puede ser más seguro (y hablamos de seguridad física, emocional y mental, no solo evitar un embarazo no deseado o una enfermedad de transmisión sexual, ¡ojo!) y, nos guste o no, siempre será mejor ser menos "kinky" pero respirar más tranquilos.

¿No es tan complicado, no? Irónicamente, a veces las reglas más simples son las más difíciles de seguir, de igual manera que suelen ser las más efectivas, directas y prácticas. Vale la pena hacer el intento, ¿no les parece? ¡Que estén bien! - Izzy

jueves, 9 de julio de 2015

El arte (y la ciencia) del coqueteo.


Coquetear es todo un arte, o toda una ciencia… ¿o quizás un poco de ambos? Según el Dr. Gary Lewandowski, coqueteamos con un propósito en mente: estimular el interés sexual. Eso no significa que no podamos coquetear por otras razones. Una persona puede coquetear para pasar el rato, sentir cercanía con otro(a), para demostrarse que todavía puede hacerlo o simplemente por diversión.

Nuestras motivaciones para coquetear varían según el género. El coqueteo de los hombres está más motivado por el sexo, mientras que el de las mujeres, por diversión o búsqueda de cercanía con otra persona. 

Nuestra autoestima también afecta la manera en que abordamos el coqueteo:

- Cuando el riesgo de rechazo es alto, los hombres con autoestima alta usan técnicas más directas que aquellos con autoestima baja. Estos últimos se muestras más osados y usan abordajes más obvios que los hombres con autoestima alta cuando su blanco está claramente interesado y el riesgo de rechazo es bajo.

- Cuando el riesgo de rechazo es bajo para las mujeres, estas son más directas, indistintamente de su autoestima. 

Si bien la sutileza (y por ende la ambigüedad) a la hora de coquetear protege la autoestima de quien coquetea, ser directos es la mejor estrategia para evitar mensajes y señales equivocadas. Y es que uno de los beneficios del coqueteo directo, especialmente para quien lo recibe, es que son más claros y fáciles de interpretar (es decir, ¡se va a lo que se va!).

¿Qué tan buenos somos percibiendo el coqueteo? En un estudio diseñado para medir esto, 25% de los participantes coquetearon durante sus interacciones con una persona extraña. Sin embargo, los participantes lo percibieron solo el 28% de las veces, con los hombres percibiendo más eficazmente el coqueteo femenino (36%) que las mujeres detectando el masculino (18%). Los participantes eran mejores dando de cuenta cuando su pareja no estaba coqueteando, acertando el 84% de las veces.

Y si vemos a dos personas conversando, ¿somos capaces de darnos cuenta si hay un coqueteo entre ellos? Un estudio encontró que los observadores que simplemente miraban la interacción fueron aún menos precisos en identificar el coqueteo que aquellos que estaban realmente involucrados en el mismo. Los varones fueron más precisos en el reconocimiento de que las mujeres coqueteaban, pero los hombres en general tienden a sobrestimar el interés de las mujeres, dándoles más de una oportunidad de estar correctos cuando las mujeres en realidad si estaban coqueteando.

Ya saben, sin importar que sean expertos en el arte de la seducción, el cortejo y el coqueteo, o se hagan un ocho cada vez que tratan de invitar a salir a esa chica o chico que les roba la calma, quizás lo mejor sea simplemente ser uno mismo y dar ese primer paso, aunque sea uno chiquito. No se ustedes, pero a mí me gusta pensar que si la otra persona sabe que hay interés y está interesada, se va a encargar de dar el siguiente… y así, entre pequeños pasos, nacen grandes amores. Al menos en un mundo perfecto. - Izzy

Fragmentos extraídos del articulo “A Flirter’s Dilemma: Subtlety vs. Success”, por el Dr. Gary Lewandowski.

jueves, 2 de julio de 2015

Violencia física y violencia sexual.


Hace algunos años atrás, la OMS realizo un estudio multipaís sobre salud de la mujer y violencia domestica, destacando que los actos de violencia sexual son mucho menos frecuentes que los de violencia física en la mayoría de los entornos. En los países donde se estudiaron tanto ciudades grandes como entornos provinciales, los niveles globales de violencia infligida por la pareja fueron siempre más elevados en las provincias, con una población rural más numerosa, que en los núcleos urbanos.

Actos, gravedad y frecuencia de la violencia física.

La OMS clasifica la gravedad de los actos de violencia física en función de las probabilidades de que cause lesiones. La bofetada y el empujón se definen así como violencia moderada. El ser golpeada con el pie, arrastrada o amenazada con un arma, o la utilización de un arma contra la mujer, se define como violencia grave.

Según esta definición, el porcentaje de mujeres que alguna vez habían tenido pareja y habían sido víctimas de violencia física grave se situaba entre el 15% y el 30% en la mayoría de los países. Cuando la mujer ya ha sido víctima alguna vez de violencia infligida por su pareja, es muy probable que en algún momento ocurra un acto de violencia grave.

Lejos de tratarse de un hecho aislado, la mayoría de los actos de violencia física infligida por la pareja sigue un patrón de maltratos continuados. La gran mayoría de las mujeres que han sido víctimas de maltratos físicos en manos de sus parejas han sufrido actos de violencia más de una vez, y en ocasiones con frecuencia.

Violencia sexual.

El estudio de la OMS brinda información escalofriante acerca de la violencia sexual en diversos entornos mundiales. Por regla general, el porcentaje de mujeres que declararon haber sido víctimas de abusos sexuales por parte de su pareja oscilaba entre el 10% y el 50% en la mayoría de los entornos abarcados por el mismo.

En la mayoría de los entornos, cerca del 50% de los casos de violencia sexual había sido consecuencia de la fuerza física más que del miedo. En todos los entornos, hubo mujeres que habían sido forzadas por sus parejas a realizar actos sexuales que consideraban degradantes o humillantes.

Superposición entre la violencia física y sexual infligida por la pareja.

El estudio de la OMS ofrece uno de los primeros exámenes entre culturas de los patrones de violencia infligida por la pareja. El patrón más común es que las mujeres sean víctimas de violencia física únicamente, o de violencia física y sexual. En la mayoría de los entornos, entre el 30% y el 56% de las mujeres que había sido víctimas de algún tipo de violencia por parte de su pareja informó que se había tratado tanto de violencia física como sexual.

Extraído de: “Investigación pre-experimental acerca del efecto del Programa de Recuperación Breve (PRB) para Sobrevivientes de Trauma de la Dra. Edna B. Foa y el Dr. David S. Riggs en el tratamiento ambulatorio a mujeres víctimas de violencia atendidas en el Centro para el Desarrollo de la Mujer (CEDEM); Autor: Ezequiel Meilij.