jueves, 24 de septiembre de 2015
El amor, la soledad y el apego…
Leyendo a Walter Riso, específicamente su libro: “¿Amar o Depender?” me topé con un pasaje acerca del amor, la soledad y el apego que se me ocurrió compartir con ustedes, esperando sirva para quienes estén aprendiendo o reaprendiendo a vivir solos y quizás ansiosos de más por reencontrar el amor y luchando aún por desprenderse del apego y la codependencia afectiva:
La experiencia me ha enseñado que cuanto menos se busque el amor, mas se encuentra. El deseo descontrolado asusta a los candidatos de cualquier sexo. Si la ansiedad se nota y las ganas te salen por las orejas, espantarás a cuanto ser humano se te acerque. Borra el cartel de tu frente: “Busco pareja”, y cambia su contenido por uno más decente: “Estoy bien así”. Declárate en estado de soledad por un año. Pero no porque estas de mala, sino porque tú lo decidiste: “No voy a tener a nadie durante un tiempo” (claro que si aparece el amor de tu vida, la cosa cambia). Cuando hagas las paces con la soledad, los apegos dejarán de molestar.
Yo se que parece difícil, muy difícil, casi imposible, ¿no? Pero se puede, se los aseguro. Los años sabáticos no son en vano, son una manera de ponernos a prueba, aclarar nuestras ideas, aprender a vivir con la soledad y a disfrutarla, descubrirnos a nosotros mismos y aprender a desapegarnos. ¿Lo más lindo? Una vez superado este aprendizaje, ¡no hay quien nos lo quite!
Como yo digo: “Abierto a la llegada de la persona indicada, y aprendiendo a estar solo mientras tanto.”
Rodearse de amigos, familia, libros, películas, paseos, conversaciones de café y té, compartir y compartirse, nutrirse mucho, cuidarse mucho, quererse más. ¿Y si se pone muy difícil? Siempre hay un terapeuta a la vuelta de la esquina, listo para acompañarlos en este viaje de aprender a estar solos. ¡Se puede! - Izzy
jueves, 17 de septiembre de 2015
Las cuatro etapas del conflicto de pareja I
¡Hola! Hace algún tiempo atrás leí un libro súper interesante sobre la evaluación y tratamiento del conflicto marital que me regaló mi terapeuta (¡qué linda, por eso la quiero un mundo!) y me gustaría compartir con ustedes algunas de las cosas que aprendí. Me tomé la libertad de cambiar el término “matrimonio” por “pareja” para que quienes lean esto y estén (o hayan estado o planean estar) en una relación de pareja - más no necesariamente casados - no se sientan dejados por fuera. :)
La relación de pareja: esferas de acción e
interacción.
La relación de pareja es
una lucha, una lucha constante para relacionarnos íntimamente con otro ser
humano sin ser controlados ni que nos den por sentado. Se identifican cuatro
etapas del conflicto de pareja acorde a la duración
e intensidad del conflicto. El
abordaje terapéutico se basa en varios supuestos relacionados a las diversas
esferas en que una pareja actúa e interactúa:
- El contexto social y
la familia extendida.
- La diada.
- Triángulos.
- Los integrantes de
la pareja como individuos.
El contexto social y la familia extendida.
La relación de pareja
existe sobre dos contracaras:
- El contexto social y
cultural en el cual la pareja vive.
- Las familias
extendidas de las que provienen cada uno de los integrantes de la pareja.
Ambas son fuentes de estrés
crónico y agudo para la relación. Este es más difícil de absorber y manejar
cuando los integrantes de la pareja están atrapados emocionalmente por el
contexto en el cual operan, cuando se sienten limitados a actuar y reaccionar con
los mismos viejos patrones y son incapaces de ver formas de respuesta nuevas y
creativas.
Los esfuerzos por aumentar
la libertad emocional de los integrantes de la pareja para operar de manera más
funcional en sus contextos pagan buenos dividendos en la terapia de pareja. Por
medio de la libertad emocional nos damos cuenta de y somos más capaces de
aceptar nuestras propias fortalezas y limitaciones así como aquellas de nuestra
pareja y del sistema familiar multigeneracional del que cada uno es parte.
La diada.
Al interactuar entre sí,
los integrantes de la pareja tienden a engancharse en guiones. Estos guiones
son a menudo disfuncionales, necesitan ser abordados en terapia e involucran
cosas tales como:
- Cómo la pareja se
comunica entre sí,
- Cuánto tiempo pasan entre
sí,
- Su movimiento de
acercamiento y distanciamiento entre sí.
El comportamiento de
la pareja entre si es producto del grado y calidad del apego entre ellos.
Triángulos.
Las parejas están constantemente
involucradas en triángulos (con sus hijos, con sus suegros, con sus amistades,
etc.). En parejas severamente disfuncionales, los triángulos son el tema
central de su vida.
Los integrantes de la pareja como individuos.
El bienestar y nivel
de funcionamiento individual de cada integrante de la pareja y el estado premórbido (es decir, anterior a
la relación en sí) de sus respectivos sistemas
familiares son factores importantes respecto a qué tan bien funcionarán como
pareja.
Nuestras experiencias acerca
de nosotros mismos y de los demás a menudo son bastante estrechas debido a nuestra
historia personal y familiar. La terapia procura expandir la perspectiva de cada uno de los integrantes de la pareja
acerca de si mismos y del otro para así incrementar su nivel de funcionamiento,
reducir su amargura y ayudarlos a lograr el auto-enfoque apropiado, es decir, enfocarnos
en nuestra propia parte en el proceso de
pareja disfuncional más que en la parte de nuestra pareja. La habilidad para
lograr auto-enfoque y el grado de amargura predicen que tan bien le irá a una
pareja en terapia.
Llegamos a la relación
de pareja con un doble conjunto de expectativas:
- Esperamos que
nuestra pareja duplique las cosas buenas de nuestra familia de origen,
- Esperamos que
nuestra pareja compense los daños y déficits de nuestra familia de origen.
Estas expectativas, en
épocas de estrés y conflicto son más a menudo dirigidas hacia las limitaciones
de nuestra pareja que hacia sus fortalezas.
Espero hayan
disfrutado este post y que les ayude a comprender y navegar de manera más saludable
y constructiva sus relaciones pasadas, presentes y futuras. - Izzy.
Fragmentos extraídos
del libro: “The Evaluation and Treatment of Marital Conflict” (La evaluación y
tratamiento del conflicto marital).
jueves, 10 de septiembre de 2015
Sexo y Amistad.
El sexo es una parte muy importante en una relación pero definitivamente no lo es todo en la relación curiosamente, de la misma forma que todos los demás elementos de la misma son muy importantes (tales como el amor, la comunicación, la confianza, la honestidad, etc.) pero ninguno de ellos lo es todo en la relación.
Es más, dicen que en una buena relación el sexo compone solamente el 10% de la mezcla, pero, si hay problemas (que bien podrían ser, dependiendo del caso, problemas en la relación, sexuales o ambos), el sexo puede convertirse en un componente que determina el 90% de la relación.
Pero hay otro componente muy importante, que me parece que a veces queda olvidado o relegado entre los múltiples roles que uno juega dentro de la relación y fuera de ella (esposo o esposa, amante, novio o novia, padre o madre, hijo u hija, hermano u hermana, etc.) y este elemento es la amistad.
Si tu pareja es tu amante y tu mejor amigo, siento que la relación tiene fundamentos muy fuertes para hacerle frente a muchos contratiempos, amenazas, crisis y tiempos de tormenta y borrasca, pero si hay un conflicto o déficit en sus elementos, podemos tener una serie de posible escenarios:
Si el sexo funciona y la amistad también: ¡Felicidades! ¡Afortunados son!
Si el sexo funciona pero la amistad no: La relación puede sufrir por ello, ya que la misma difícilmente se sostendrá basada únicamente en el sexo, sobre todo a largo plazo.
Si la amistad funciona pero el sexo no: La relación puede sufrir por ello, ya que la misma difícilmente se sostendrá basada únicamente en el amor, afecta, cariño y amistad, sobre todo a largo plazo. Es más, siento que en esta situación, es más común el tratar de restar importancia al aspecto sexual, porque nos han enseñado que sentimientos como el amor deben ser más importantes que el sexo, o son absolutos e incondicionales, gran distorsión.
Si el sexo no funciona y la amistad tampoco: Triste panorama, creo que poco o nada puede salvar una relación en este estado, salvo el conformismo y la codependencia, y por supuesto que ninguna de estas opciones es saludable y a la larga, es más probable que ambos terminen haciéndose mas daño por ello y terminen resentidos y amargados.
Ahora bien, si uno de los elementos funciona bien dentro de la relación pero el otro no, cual tiene mayor peso, ¿la amistad o el sexo? Es una pregunta difícil y como todo en esta vida, creo que lo más saludable es buscar el mejor balance posible. - Izzy
jueves, 3 de septiembre de 2015
Sexualidad ajena, proyecciones propias.
A veces, la
sexualidad ajena nos produce ruido, mucho ruido. Es decir, nos causa
incomodidad, ansiedad, molestia, ira, rabia, enojo, etc. Hacemos demandas al
respecto, siendo la más común de ellas pedir, reclamar, demandar que Fulana,
Mengano, Ricky Martin, Jodie Foster o nuestro vecino de al lado “salgan del
closet”.
Pensaríamos
que estos personajes están metidos en el closet de la casa y por eso nos provoca
tanta molestia y desaire pero no parece ser el caso, ¿o sí? Si no, ¿por qué nos
causa tanto ruido el tema?
Ojo, no me
refiero solamente al “closet” de la orientación sexual, como si el tener X o Y
orientación sexual fuera la única conducta/preferencia/inclinación sexual
acerca de la cual nos da pena hablar o preferimos guardar en privado. Hago otra
aclaración, aparto de este post toda conducta sexual que no encaja dentro de
las tres premisas de la sexualidad sana, vale la pena repetirlas:
Premisa básica #1: Persigue tus fetiches, fantasías, etc., siempre y cuando estos sean
legales, consensuales, seguros y respetuosos.
Premisa básica #2: La piedra angular de la ética sexual es la consensualidad (estamos
hablando de consentir con plena voluntad y conocimiento y capacidad de
discernimiento, aquí no hay áreas grises, es muy claro y muy sencillo cuando
alguien consiento o no, y cuando alguien no está en capacidad de consentir).
Premisa básica #3: Aunque la experimentación sexual se alienta, el descuido no. El sexo
siempre puede ser más seguro (y hablamos de seguridad física, emocional y
mental, no solo evitar un embarazo no deseado o una enfermedad de transmisión
sexual, ¡ojo!) y, nos guste o no, siempre será mejor ser menos kinky pero
respirar más tranquilos.
Básicamente,
si nos hace ruido la conducta o comportamiento sexual de alguien porque el
mismo no es consensual y/o puede causar daño a su persona o a terceros, ¡estamos
justificados! ¡Ya estamos hablando de otro tema muy distinto!
De no ser
así, ¿por qué nos importa/molesta tanto lo que pasa en el closet de otra
persona? ¿De dónde surge nuestra necesidad/ansiedad de que esa persona “salga
del closet”? Aquí también se hace muy necesario diferenciar el “estar en el
closet” (no mostrar o compartir algo por temor, a pesar de desear poder
hacerlo) versus “privacidad” (por ejemplo, el estar completamente cómodo con nuestra
sexualidad, más disfrutar o preferir mantener la misma en privado).
Aquí entra
en juego la proyección.
La
proyección es un fenómeno fascinante. Es la transferencia (o proyección) involuntaria
de nuestro propio comportamiento inconsciente en otras personas, de forma que
nos parece que estas cualidades existen en los demás (mas no en nosotros).
Cuando nuestras
emociones o aspectos inaceptables de nuestra personalidad nos causan ansiedad
(ruido) atribuimos estas cualidades (como mecanismo de defensa) a objetos
externos y otras personas.
Existe un “gancho”
que invita a nuestra proyección (nos engancha), alguna cualidad imperfecta en
otros activa algún aspecto propio que busca nuestra atención. Todo aquello
sobre nosotros mismos que no aceptamos o reclamamos como propio lo proyectamos
en los demás.
Por
ejemplo, si estamos incómodos con nuestra sexualidad (o la negamos), atraeremos
personas incomodas con su sexualidad (o que la niegan) a nuestras vidas (Aclaro:
estar incómodos con nuestra sexualidad no tiene que ver solamente con nuestra orientación
sexual, ¿okay?), suprimiremos nuestra propia incomodidad/negación y juzgaremos
a aquellos que vemos como inseguros/en negación.
Solamente
cuando nos mentimos a nosotros mismos u odiamos algún aspecto de nosotros obtendremos
una carga emocional del comportamiento de otra persona. Partiendo de esta
premisa, resulta relativamente fácil darse cuenta cuándo estamos proyectando:
“Si la
persona o cosa en el ambiente nos informa, probablemente no estamos
proyectando. Si la persona o cosa en el ambiente nos afecta,
probablemente somos víctimas de nuestras propias proyecciones.”
Nuestra indignación
sobre el comportamiento de otros usualmente tiene más que ver con un aspecto
propio aún no resuelto.
En
conclusión, la próxima vez que la sexualidad ajena nos afecte, pensemos y sintamos
un poquito antes de actuar, no vaya a ser que lo que realmente nos está
incomodando son nuestras propias proyecciones. - Izzy
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