A veces, la
sexualidad ajena nos produce ruido, mucho ruido. Es decir, nos causa
incomodidad, ansiedad, molestia, ira, rabia, enojo, etc. Hacemos demandas al
respecto, siendo la más común de ellas pedir, reclamar, demandar que Fulana,
Mengano, Ricky Martin, Jodie Foster o nuestro vecino de al lado “salgan del
closet”.
Pensaríamos
que estos personajes están metidos en el closet de la casa y por eso nos provoca
tanta molestia y desaire pero no parece ser el caso, ¿o sí? Si no, ¿por qué nos
causa tanto ruido el tema?
Ojo, no me
refiero solamente al “closet” de la orientación sexual, como si el tener X o Y
orientación sexual fuera la única conducta/preferencia/inclinación sexual
acerca de la cual nos da pena hablar o preferimos guardar en privado. Hago otra
aclaración, aparto de este post toda conducta sexual que no encaja dentro de
las tres premisas de la sexualidad sana, vale la pena repetirlas:
Premisa básica #1: Persigue tus fetiches, fantasías, etc., siempre y cuando estos sean
legales, consensuales, seguros y respetuosos.
Premisa básica #2: La piedra angular de la ética sexual es la consensualidad (estamos
hablando de consentir con plena voluntad y conocimiento y capacidad de
discernimiento, aquí no hay áreas grises, es muy claro y muy sencillo cuando
alguien consiento o no, y cuando alguien no está en capacidad de consentir).
Premisa básica #3: Aunque la experimentación sexual se alienta, el descuido no. El sexo
siempre puede ser más seguro (y hablamos de seguridad física, emocional y
mental, no solo evitar un embarazo no deseado o una enfermedad de transmisión
sexual, ¡ojo!) y, nos guste o no, siempre será mejor ser menos kinky pero
respirar más tranquilos.
Básicamente,
si nos hace ruido la conducta o comportamiento sexual de alguien porque el
mismo no es consensual y/o puede causar daño a su persona o a terceros, ¡estamos
justificados! ¡Ya estamos hablando de otro tema muy distinto!
De no ser
así, ¿por qué nos importa/molesta tanto lo que pasa en el closet de otra
persona? ¿De dónde surge nuestra necesidad/ansiedad de que esa persona “salga
del closet”? Aquí también se hace muy necesario diferenciar el “estar en el
closet” (no mostrar o compartir algo por temor, a pesar de desear poder
hacerlo) versus “privacidad” (por ejemplo, el estar completamente cómodo con nuestra
sexualidad, más disfrutar o preferir mantener la misma en privado).
Aquí entra
en juego la proyección.
La
proyección es un fenómeno fascinante. Es la transferencia (o proyección) involuntaria
de nuestro propio comportamiento inconsciente en otras personas, de forma que
nos parece que estas cualidades existen en los demás (mas no en nosotros).
Cuando nuestras
emociones o aspectos inaceptables de nuestra personalidad nos causan ansiedad
(ruido) atribuimos estas cualidades (como mecanismo de defensa) a objetos
externos y otras personas.
Existe un “gancho”
que invita a nuestra proyección (nos engancha), alguna cualidad imperfecta en
otros activa algún aspecto propio que busca nuestra atención. Todo aquello
sobre nosotros mismos que no aceptamos o reclamamos como propio lo proyectamos
en los demás.
Por
ejemplo, si estamos incómodos con nuestra sexualidad (o la negamos), atraeremos
personas incomodas con su sexualidad (o que la niegan) a nuestras vidas (Aclaro:
estar incómodos con nuestra sexualidad no tiene que ver solamente con nuestra orientación
sexual, ¿okay?), suprimiremos nuestra propia incomodidad/negación y juzgaremos
a aquellos que vemos como inseguros/en negación.
Solamente
cuando nos mentimos a nosotros mismos u odiamos algún aspecto de nosotros obtendremos
una carga emocional del comportamiento de otra persona. Partiendo de esta
premisa, resulta relativamente fácil darse cuenta cuándo estamos proyectando:
“Si la
persona o cosa en el ambiente nos informa, probablemente no estamos
proyectando. Si la persona o cosa en el ambiente nos afecta,
probablemente somos víctimas de nuestras propias proyecciones.”
Nuestra indignación
sobre el comportamiento de otros usualmente tiene más que ver con un aspecto
propio aún no resuelto.
En
conclusión, la próxima vez que la sexualidad ajena nos afecte, pensemos y sintamos
un poquito antes de actuar, no vaya a ser que lo que realmente nos está
incomodando son nuestras propias proyecciones. - Izzy
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